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Ocho de cada diez niños que acuden al médico por alergias es por convivencia con animales domésticos. (Archivo/SIPSE).
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José Salazar/Milenio
MÉRIDA, Yucatán.- En la consulta de alergología del IMSS, ocho de cada diez niños que acuden a este servicio es por asma y son varios los casos en los que, sobre todo en bebés, esto se debe a la convivencia con animales domésticos.

“Muchas alergias se dan por agentes ambientales como polen o la contaminación, pero también es preciso mencionar que en ocasiones son causadas por pelo de perro o gato y ácaros del polvo”, advirtió Marco Antonio Góngora Meléndez, alergólogo pediatra del Hospital T-1 del Seguro Social.

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El especialista explicó que cuando un niño con alergia a las mascotas respira la caspa animal o entra en contacto con la saliva o los desechos del animal, su sistema inmunológico se pone en guardia, liberando histamina y cerca de 40 sustancias químicas más para combatir la presencia del alérgeno.

Cuando hay una exposición permanente, los síntomas pueden manifestarse durante varios días, una vez aparece la reacción alérgica.

“La histamina inflama la nariz y las vías respiratorias, y los químicos pueden causar los siguientes síntomas de alergia frecuentes: nariz acuosa, ojos lloroso, estornudos y síntomas de asma como la tos o silbidos al respirar. De hecho, la mayoría de los ataques de asma que aparecen durante los primeros años de la infancia pueden estar causados por animales de compañía. Si el alérgeno entra en contacto con la piel del bebé, puede provocar sarpullidos como la urticaria”, advirtió el doctor Góngora Meléndez. Cuando los síntomas aparecen durante todo el año, en lugar de hacerlo por temporada, significa que el bebé es alérgico a los animales. Los síntomas pueden aparecer, aunque no esté en contacto directo con el animal, ya que los alérgenos pueden encontrarse en el ambiente.

En general, los especialistas coinciden en que todas las razas de gato son capaces por igual de provocar una reacción alérgica, independientemente de su raza, ya que sus alérgenos son más difíciles de eliminar.

La caspa del gato es más pequeña y pegajosa que la del perro, lo cual quiere decir que puede desplazarse a distancias mayores por el aire, y quedarse más tiempo en una superficie. Y como los gatos se lamen el pelo constantemente, un niño tiene muchas posibilidades de entrar en contacto con la saliva del gato, que es otro alérgeno.

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