No me refiero al que, según las autoridades municipales, afecta a Mérida y que ha sido motivo de pleitos entre el alcalde, Renán Barrera Concha, y algunos regidores con la empresa ABC Leasing, sino a la decisión de postergar lo que han llamado “Apagón analógico” -o sea dejar fuera de circulación aparatos de TV que carecen de tecnología digital- en Tijuana, dizque para no entorpecer la propaganda electral.

No sé mucho de los asuntos técnicos relacionados con esa decisión -más que lo que he leído ahora y antes-, pero me parece que para tomar la fecha del 28 de mayo para iniciar el proceso de digitalización de la señal de televisión que en todo el país culminaría (hay que usar el subjuntivo habida cuenta de lo ocurrido en el norte) en 2015 se usaron criterios técnicos, se analizó con profundidad el tema y se tomaron en cuenta las consecuencias que la decisión traería. No haberlo hecho así significaría un grave atentado contra los mexicanos que no tienen más que señal abierta.

Gonzalo Martínez Pous, uno de los comisionados de la Cofetel -a cuya cabeza está un señor de nombre chistoso (Mony de Swan)-, dice que lo de Tijuana fue un programa piloto (vale decir: un ensayo a ver cómo funcionaba) y como tal “sirve para aprender”. Uay, imagínese usted: los señores que ven todo lo de las telecomunicaciones en el país apenas van a “aprender”.

Yo creo que lo que sucedió es que los “autónomos” comisionados que encabeza don Mony sintieron la respiración del gobierno federal en la nuca y se arrugaron, cedieron a las presiones de la SCT, puesto que apenas 14,000 de los usuarios de televisión tijuanenses (7% del total) quedaron sin señal, o que de verdad lo hicieron tan mal que les vino como caída del cielo la “solicitud” de aplazar para después del 7 de julio el “apagón” y tomarán ese tiempo para enmendar sus yerros.

Lo que sea, no se deben mezclar las cosas técnicas con las políticas. ¿O sí, don Mony?