Arden en llamas sin explicación: ¿Castigo divino?

El oficial Carlos Hernández Lara narra su experiencia de un caso de combustión espontánea cuando era comandante en Tepatitlán, Jalisco.

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Son muy contados los casos de “combustión espontánea” en todo el mundo. (Agencias)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En días pasados, el oficial retirado Carlos Hernández Lara visitó el Museo Paranormal y tras el recorrido por las salas me platicó sobre una experiencia que quiere compartir con todos los lectores.

Se trata de un presunto caso de “combustión espontánea”, el cual tuvo la oportunidad de vivir “en carne propia” cuando se desempeñaba como comandante de Policía en Tepatitlán, Jalisco, hace varios años.

“Una noche nos llegó un reporte de que habían encontrado un cadáver en una casa, cuando acudí, vi con sorpresa que la mitad de su cuerpo, de las rodillas para abajo, estaba completamente calcinado y el resto del cuerpo intacto”.

“En ese entonces yo no sabía mucho, pero escuché claramente a los peritos y forenses decir que era un caso extraordinario, sin explicación, y que no había forma ni motivo científico por el cual el señor –de unos 40 años- se hubiera incendiado de esa forma”.

“Ahí escuché por primera vez el término de combustión espontánea”, dijo.

¿Qué es la combustión espontánea? 

Se trata de muertes misteriosas debidas a un calor interno de origen desconocido y fuera de toda lógica que parece contradecir las leyes de la física, la química y la biología.

Muertes que parecen remontarse, al menos literariamente, al siglo XVII. Científicos, médicos e investigadores no se ponen de acuerdo en cuanto al origen de estas llamas o fuego interno y la comunidad científica rechaza la idea del fenómeno de la Combustión Humana Espontánea (CHE), aunque admite la existencia de casos desconcertantes.

Pero existe una remota y terrorífica posibilidad de que el cuerpo humano sea el causante.

El principal interesado en el tema de la CHE sería, como no, Charles Fort, pionero en la investigación de “lo imposible”. En sus “Obras completas” (1941) recoge dos casos asombrosos. El primero ocurrido el 17 de diciembre de 1904 y publicado por el Daily News, describe cómo la señora Cochrane, de Falkirk, fue hallada muerta en su habitación con graves quemaduras y totalmente desfigurada, no oyéndose ningún grito previo a su muerte.

Encontraron el cuerpo carbonizado sentado en una silla. La investigación concluiría que parecía haberse quemado en menos de seis minutos.

Caso del Dr. J. Irving

Los ejemplos se suceden en los anales del misterio, como el impresionante caso del Dr. J. Irving, Bentley (1966) médico de profesión, al que se halló convertido en una especie de carbón humano dentro de un enorme boquete en el suelo provocado tras su combustión.

Tan sólo una pierna y un zapato permanecieron al margen de la supuesta ignición, no encontrándose un sólo rastro de objetos materiales que pudiera haber provocado ese fuego.

Leon Eveille, de 40 años, fue encontrado completamente quemado en el interior de su coche cerrado en Arcis-Sur-Aube (Francia) el 17 de Junio de 1971, el calor había fundido los cristales de su coche. Se calcula que un vehículo al quemarse alcanza una temperatura aproximada de 700 grados centígrados, pero para que se funda el cristal la temperatura tiene que superar los 1,000 grados centígrados. Lo curioso es que el resto del vehículo no sufrió quemaduras.

Las primeras explicaciones fueron de carácter eminentemente religioso. Se pensaba que el afectado debía haber sufrido alguna clase de castigo divino, y por eso atacaba sólo a bebedores y fumadores. Algo así como una expiación de vicios humanos, pero esto lógicamente quedó descartado con el paso de los años.

Realmente, los científicos no alcanzan a imaginar el origen de una energía de estos fenómenos, ya que en condiciones habituales el cuerpo humano en su conjunto es un pésimo combustible.

Alrededor de tres cuartas partes de su peso es agua. Pero existe una parte de él de la que no se puede decir lo mismo: el tejido adiposo, compuesto de grasa y con menos de un diez por ciento de agua. Este último dato es recogido por los partidarios del efecto mecha o efecto vela, pero aún así, no sería suficiente para que el cuerpo se incendie en minutos… ¿y entonces? Ni todos los avances actuales de la medicina y la ciencia han podido explicar estas muertes.

También en nuestro país

En México se tiene conocimiento de un caso ocurrido en el Distrito Federal en los años setenta y en esa misma década ocurrió otro caso en la ciudad de Monterrey, a lo que se sumaría el caso de Tepatitlán que nos contó el excomandante de la Policía, en tanto que  en la Península de Yucatán no hay registros al respecto.

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