Recientemente la naturaleza mostró su fuerza, una veza más, en la Península de Yucatán, a través de fenómenos ya comunes para esta región: tormentas tropicales y huracanes. Y si bien se perciben avances en la llamada cultura de prevención, estos fenómenos meteorológicos también evidencian lo que falta por hacer para salir aún mejor librados de sus efectos.

Uno de los aciertos, sin duda, fue la decisión de los gobernadores de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, y de Yucatán, Mauricio Vila Dosal, de decretar el paro de actividades antes de la llegada de los ciclones, particularmente con “Delta”, privilegiando así la seguridad de la gente, para evitar pérdidas de vidas humanas.

En Yucatán, criticamos en un momento la medida, pero la presencia de fuertes vientos y lluvias durante todo el miércoles comprobó su efectividad, lo que permitió asegurar inmuebles, refugiar a personas vulnerables y minimizar accidentes, y llevó a tener sólo daños materiales. Ya es común escuchar, en la temporada de huracanes, que se reúnen los comités de protección civil, se declaran en “sesión permanente” y se monitorea la trayectoria de potenciales ciclones que pueden impactar a la región; la población también permanece atenta a los avisos oficiales y comparte en redes sociales información útil.

En esos momentos de peligro, las fuerzas armadas, con sus planes de auxilio a la población, se vuelven aliadas importantes de las autoridades, y es cuando la ciudadanía percibe y valora más la presencia y el apoyo de los militares, que demuestran su capacidad para movilizarse hasta el lugar de impacto, evacuar a la gente en riesgo, trasladarla a refugios y albergues, brindarle atención médica, proporcionarle alimentación, llevar equipo para rehabilitar caminos y reconstruir inmuebles. Esta es una de las principales misiones del Ejército y la Marina desde que en 1996 nació el Plan DN-III-E.

La presencia de estos fenómenos naturales también exhibe nuestras carencias y limitaciones. Las graves inundaciones en zonas habitacionales, calles y plazas comerciales de Mérida son ejemplo de la falta de previsión de gobiernos anteriores, pues hay zonas de la ciudad en donde, ante cualquier lluvia pertinaz, siempre quedan prácticamente bajo el agua por horas o días.

No se necesita ser experto para entender que se debe conocer el terreno donde se realizan desarrollos habitacionales; que por las características del suelo de la península son inviables los pasos a desnivel o estacionamientos subterráneos, pues a pocos metros se encuentra agua. Siempre me preguntó por qué, después de tantos años de inundarse ciertos puntos muy focalizados de la ciudad, no se ha podido solucionar este problema que trastorna la vida.

La cultura de protección civil no es sólo ponernos a buen resguardo, también implica que las autoridades actúen mucho antes de que se presente algún evento que nos ponga en riesgo; para los ciudadanos, una tarea pendiente es la solidaridad que debe prevalecer en los días de ciclones, que va desde evitar compras de pánico hasta acatar las disposiciones oficiales. Es por el bien de todos.

Anexo “1”

“Saldo blanco”

Este es el parte de los gobernadores tras el paso del huracán “Delta”.

Carlos Joaquín González, de Quintana Roo, escribió en Twiter: “Cerramos con saldo blanco el huracán #Delta. Mi sincero reconocimiento a los quintanarroenses. Demostramos una vez más al mundo la extraordinaria cultura de prevención y acción ante este tipo de fenómenos naturales y la solidaridad que nos une. #JuntosSaldremosAdelante”. 

Mauricio Vila Dosal, de Yucatán, destacó que no se han reportado personas desaparecidas en la entidad y que los daños fueron mucho menores de los esperados. “Estoy regresando de evaluar los daños que dejó el #Huracán #Delta en el Oriente del estado. Les comparto un recuento de las afectaciones en #Yucatán y aquí también les platico la manera en la que vamos a regresar a nuestras actividades normales”, fue su mensaje.

Sí, una vez más, salimos bien librados.