Bonos verdes
Caleidoscopio, columna de Ramón Pérez.
Los bonos son instrumentos de financiación para bancos, empresas y administraciones públicas y una fuente de rentabilidad para inversores. Constituyen una manera de obtener capital contrayendo deuda con particulares o grupos de inversionistas: el emisor saca al mercado su producto, los interesados lo adquieren y al cabo de un tiempo aquél recupera la inversión con los correspondientes intereses.
Pero el mundo ha evolucionado y no todos los inversores hoy piensan sólo en términos de rentabilidad; desean que su aportación se destine a proyectos que redunden en beneficio de la sociedad.
Ese es el concepto del llamado bono verde, un producto financiero que está adquiriendo en los últimos años una enorme popularidad. Un bono verde es cualquier tipo de fondo que se destina exclusivamente a financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, proyectos verdes, sean nuevos y/o existentes.
Los bonos verdes son instrumentos de deuda, quien los emite obtiene recursos para financiar proyectos que tengan un impacto positivo en el medio ambiente, como los enfocados a energía renovable, mejoras al sistema de agua, control de la contaminación o biodiversidad.
Los rendimientos que se consiguen en esos proyectos van a las manos de los inversionistas que adquirieron los bonos. Además deben estar alineados con los Green Bond Principles (GBP), que promueven la integridad del mercado de bonos verdes a través de directrices que recomiendan transparencia, publicidad y reporte de informes. México encabeza el ranking de emisión de bonos verdes en bolsa en toda la región conocida como Alianza del Pacífico.
Todos los inversionistas tienen un mismo fin: ganar dinero, pero no siempre es a toda costa. La tendencia muestra que cada vez más se interesan en que sus inversiones tengan un impacto positivo en el mundo. Y es aquí donde entran los bonos verdes. El objetivo es convertir la herramienta de deuda en un movilizador de recursos, locales e internacionales, para construcción de infraestructura que permita adaptar a las empresas al cambio climático, a través del financiamiento de proyectos con energía renovable.
Entre los sectores elegibles para emitir los instrumentos de deuda verdes están la energía y construcción renovables, eficiencia energética, transporte limpio, agua, manejo de residuos o captura de metano, hasta cadena de alimentos, bioenergía, agricultura y forestación.
En nuestro país, este instrumento es relativamente nuevo. En 2015 se realizó la primera emisión por parte de una entidad mexicana en el mercado internacional y el primer bono verde se emitió en México en 2016, dando inicio a una cadena de interés y valor que hoy es atractiva para varias empresas incluso para los gobiernos; en breve sabremos que Yucatán estará en la lista de los estados con incremento de este tipo de economía.