La carne festiva: algarabía literaria y humana

Columna de Patricia Carrillo: La carne festiva: algarabía literaria y humana

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La risa, en cambio, vence el miedo, porque no conoce inhibiciones ni limitaciones. Mijaíl Bajtín

Podemos preguntarnos, ¿a qué se asocia el Carnaval? Más allá de la disputa contemporánea de que si Progreso tiene un mejor festejo que Mérida o de cuál sede convoca a los mejores artistas, esta efeméride que existe desde siglos atrás y se asocia con lo multifacético que es la carne es más que sólo días de asueto.

Corría la Edad Media, por ejemplo, cuando surge una obra emblemática española: “El libro del buen amor”, de Juan Ruiz, universalmente reconocido como el Arcipreste de Hita.

Este título expone voces y sentires, respecto a su heterogeneidad, pero que aún perteneciendo a lo que se conoce como Mester de Clerecía apuntaló a una diversidad considerable de ejes.

El medioevo en general se consideró como la etapa “oscura” pero, en verdad, cuánta luz dio en muchos temas. Dentro de este escrito, que es una autobiografía ficticia de su autor, hay un episodio que retrata la batalla del Carnaval, un escenario donde Don Carnal y la Cuaresma se enfrentan para contraponer la vida de abundancia y el ayuno religioso. Una escena que hasta nuestros días se puede repetir, pero que desde esta etapa histórica es un deleite conocer.

Una alegoría con mucho material para desarrollar. Parte de esta batalla capitular narra: “El primero de todos que hirió a don Carnal/fue el puerro cuelliblanco, y dejolo muy mal,/ le obligó a escupirflema, ésta fue la señal./ pensó doña Cuaresma que era suyo el real./ Vino luego en su ayuda la salada sardina/ que hirió muy reciamente a la gruesa gallina,/ se atravesó en su pico ahogándola ahína;/ después, a don Carnal quebró la capellina”.

La redacción hoy en día puede ser algo diferente, sin embargo, es parte de lo valioso del poder acceder a las literaturas de otras épocas. Hay un enfrentamiento: la carne, lo vívido. Hoy en día vivimos muchas batallas que abusan de la frontera entre la ética y la moral para acusar otras esferas protegidas hasta por los derechos humanos.

El que estemos hoy domingo en medio de las fiestas carnestolendas me recuerda estas ideas por lo que significa llevar al gozo lo que en algunos momentos no fue ni siquiera contemplado. Pero nuestras libertades son otras.

Como lo acontecido en la Unidad Académica (Uabic) este viernes, donde por primera vez se festejó un Carnaval con estudiantes y trabajadores, saliéndose de las líneas académicas, con música, baile, fiesta y un relajamiento enriquecedor. Un espacio neutro y protegido en donde se esfumó la línea divisoria de categorización.

Así como en la literatura, en la vida también hay una necesidad de entretenimiento y desahogo emocional.

La risa, el Carnaval, la fiesta, todo orientado hacia lo positivo y el gozo humano, son elementos que igual forman parte de nuestra naturaleza. Regresaremos después a las obligaciones y los deberes, pero ahora recargados con la energía propia de revitalizarnos. Afrontamos con cierta felicidad lo que viene.

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