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Idiota para los antiguos griegos era quien sólo podía hablar de cosas superfluas, incapaz de reflexionar sobre las cosas profundas, que se desentiende de los asuntos de la comunidad y sólo ve sus intereses. Con el tiempo este término cambio a persona con poca inteligencia, imbécil. El Diccionario de la Lengua Española señala que idiota es tonto o corto de entendimiento, pero también persona engreída sin fundamento para ello. No confundir idiota con imbécil. Este o no ha madurado o no ha tenido tiempo de madurar, el idiota sí lo ha hecho, pero no da para más.

Desde luego si tenemos en cuenta que en la antigüedad griega los referentes eran los pensadores clásicos, los Sócrates, los Platones y los Aristóteles, todos los demás seríamos verdaderos idiotas.

No queremos sentenciar que lo antiguo siempre es mejor que lo actual, empero en la modernidad pareciera que muchas personas son incapaces de hablar de otro tema que no sean los mediáticos, de Paty Chapoy a la Voz México, pasando por las Kardashian, el Cruz Azul o el América. Un pueblo ignorante, ocupado en cosas triviales, no educado, es más fácil de manejar para los políticos perversos. En cambio, una persona que lee, que estudia, es más difícil de manipular, de manosear.

La mayoría de los partidos políticos buscan personas manipulables que no se les “salgan del huacal.” Gente que acepte órdenes incondicionales, por lo que en pocas ocasiones elijen a personas intelectualmente independientes. En México, Octavio Paz fue el ejemplo de intelectualidad no condicionada al sistema. Renunció a la representación diplomática en la India por su oposición a la matanza de Tlatelolco en 1968.

Para el político perverso, una persona intelectualmente independiente es un riesgo, le puede echar a perder el juego
del ajedrez político que presume tanto dominar.

No por ser idiotas carecen de inteligencia. En general el idiota no participa en política, le resulta indiferente, prefiere atacar el lado servil, ser lambiscón le produce mejores dividendos. El idiota suele ser también adulador del político. Establecen una relación simbiótica. De apoyo mutuo. El político necesita el apoyo psicológico de un adulador y el idiota del político para mendigar el cargo o la comisión. En palabras de Octavio Paz: “El servilismo ante los poderosos, especialmente entre la casta de los políticos […]”. El idiota se adhiere a las personas no a los principios, en cambio para los hombres capaces de pensar por sí solos es al revés. Contrario a lo que ocurría en la época del esplendor del pensamiento griego, en la actualidad, ser político no es excluyente de idiotez. El idiota es el hombre mediocre que refiere José ingenieros y el hombre masa para Ortega y Gasset.

En ese sentido, la idiotez no es exclusiva del sector público, también en la iniciativa privada hay. Adulan al jefe y son los famosos “Godínez”. Viven constantemente su estado de confort y se oponen a cualquier cambio dentro de la
organización, lo que desean es conservar su trabajo, su statu quo, porque de lo contrario sería muy complicado
conseguirlo.

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