El caballero del cerebro
Estoy de luto por Oliver Sacks. Pero agradezco que haya existido y haya producido una obra que amalgama lo científico y lo humanístico.
Conocí a Oliver Sacks por reseñas de su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de 1985. Cuando alguien me lo prestó, lo devoré.
La extensa obra de Sacks (Londres, 1933, trasplantado a Nueva York), abarca libros donde, de manera sabia, profunda y magistral, toma como materia prima sus casos clínicos y los transforma en extraordinarios relatos. En historias humanas que constituyen uno de los mejores ejemplos de cómo la ciencia puede también convertirse en gran literatura.
Con sus libros contribuyó a que miles de lectores en todo el mundo comprendiéramos mejor temas como la migraña, la sordera, la ceguera al color, la música, la visión o las alucinaciones. Sacks hablaba poco de sí mismo, pero en su libro autobiográfico On the move (2015) reveló su homosexualidad, y narró las dificultades personales y familiares que sufrió a causa de ella.
Si algo tiene la prosa de Sacks es que no solo nos permite conocer casos médicos asombrosos, sino que nos ayuda a entenderlos. A nivel clínico, pero también humano. Al mismo tiempo, nos hace ver que los seres humanos somos nuestro cerebro: cuando éste se daña, nuestra humanidad misma se ve alterada.
Estoy de luto por Oliver Sacks. Pero agradezco que haya existido y haya producido una obra que amalgama lo científico y lo humanístico, y que nos permite entendernos más profundamente.