Le apuestan al rescate de calzado artesanal en Yucatán
El oficio resiste a pesar del bombardeo de productos sintéticos
William Sierra/MÉRIDA
Aunque no lo aparenta, Yucatán tiene una pequeña participación en la industria del curtido de pieles y mantiene un auge en la elaboración de determinado calzado tradicional, que incluso se exporta a Estados Unidos.
Pese a que la actividad persiste, de forma paulatina es desplazada por el surgimiento de productos sintéticos, lo que han generado que hoy en día sólo un reducido grupo de personas se dedique a esta laboriosa tarea.
En esta industria hay hombres que desde hace años se dedican a este noble oficio, pero también participan mujeres, como Alicia Gamboa Gamboa, quien apostando a convertirse en emprendedora artesanal, decidió hace cinco años fabricar zapatos. No fue sencillo, pero hoy tiene un negocio funcionando y con dos trabajadores.
Hace unos 10 años, Alicia aprendió a fabricar zapatos en Suiza, donde vivía, tras participar en un curso en un centro creado precisamente para recuperar oficios en peligro de extinción, de modo que, indica, su calzado “es yucateco con ADN suizo”.
En entrevista, afirmó que el material sintético, junto con los productos chinos, afectó a la industria zapatera artesanal del país, obligando a cerrar varios talleres, poniendo como ejemplo en el Estado a Hunucmá, que era un centro zapatero importante, junto con Ticul, que se mantiene utilizando puro plástico.
“La gente y el comerciante buscan lo barato. El empresario prefiere invertir menos, lo que no sucede en nuestro taller, donde empleamos amplia variedad de pieles, incluso hasta de cocodrilo, y se está vendiendo. La gente viene porque sabe que encontrará algo especial”, señaló.
De hecho, el sólo hecho de ingresar al taller B&G (Bieri y Gamboa Artesanos), ubicado en un predio de la calle 43 entre 52 y 54, se percibe el olor característico del cuero, además de que el visitante puede conocer un poco sobre la cultura del calzado en un pequeño museo que tiene en ese lugar, con modelos de distintas épocas, lugares remotos y materiales, algunos de ellos hechos completamente en madera, en una sola pieza, o bordados en hilo de plata.
Hay zapatos de Marruecos, Japón, China, India y Paquistán, así como algunos modelos en miniatura; además de artículos relacionados con la elaboración del zapato, como hormas de madera.
Cada espacio está decorado de forma armónica con el entorno de un taller artesanal, y también con un área de bolsas, cinturones y demás accesorios de piel.
Desde pequeña, Alicia se hizo apasionada de los zapatos, incluso, recuerda que pedía que la lleven al mercado a observar cómo hacen los huaraches, las sandalias, y ahora desarrolla un oficio que hace 50 años era muy común, y en el que se requiere paciencia.
“Uno acude a una zapatería y observa pura piel sintética, ajustándote a las tallas preestablecidas; la diferencia aquí es que se hace a la medida, el modelo que decidas o como quieras”, mencionó, tras indicar que, en promedio, unos zapatos de piel son vendidos a mil 380 pesos.
“A los muchachos se les dice que aunque salgan sólo tres zapatos en una jornada, que estén bien hechos. Que los hagan tranquilos, despacio, sin prisas”, indicó, tras mencionar que le agrada diseñar modelos de calzado.
Subrayó que, además de realizarse como persona al estar haciendo algo que anhelaba, busca demostrar que se puede ser artesano y pequeño emprendedor obteniendo ganancias.