Cambia de nombre una sala de la SCJ

Felipe Escalante Ceballos: Cambia de nombre una sala de la SCJ

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LA PRIMER SALA. Cada día gana más terreno la costumbre de los habitantes del centro de la República de usar la expresión “la primer”, en lugar de “la primera” (y también “la tercer” en vez de “la tercera”), como debe de decirse cuando el sujeto de la oración es del género femenino.

El asunto ya llegó hasta el Máximo Tribunal de Justicia de la República. En un periódico diario leemos: “Ataque directo a la libertad de expresión. Rechaza la CIRT fallo de la SCJN sobre la información. CIUDAD DE MÉXICO. La Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT) informó sobre su absoluto rechazo a la sentencia del amparo en revisión 1031/2019, aprobada por Mayoría en la Primer Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el 19 de enero”.

Hasta por simple eufonía advertimos el error de decir “la primer” en vez de “la primera” a esa Sala. Nuestro oído se ofende al escuchar esa falta de concordancia. ¿De quién fue el yerro? ¿Del redactor del periódico, del vocero del CIRT o de la misma Corte? Chi lo sa.

Mucho nos tememos que si fue la Suprema Corte de Justicia la que cambió el nombre de su Primera Sala, más adelante la Real Academia Española admitirá “la primer”, como un mexicanismo más. Así lo ha hecho la propia Academia con aquello de “el sartén” (que es un barbarismo y no un “mexicanismo”) y otras. Ante esa circunstancia nos abstenemos de emplear el tirahule.

UN LIBRO MUY ÚTIL E INTERESANTE. Cierto día del pasado enero adquirí varios libros para disfrutar de mi diversión favorita. (En mi caso es preferible leer a ver televisión). Seleccioné tres tomos: una biografía del dictador Franco, el Caudillo de España; unas breves semblanzas de mexicanas notables; y relatos biográficos de los grandes piratas de la Historia.

Cuando estaba junto a las cajas de la librería para pagar el precio de mis selecciones, mi esposa -siempre pendiente de mí- se me acercó con un grueso ejemplar y me dijo: “Esta obra puede serte útil para tus gazapos”. Desde luego, la compré también. Ese volumen es “El Libro de los Disparates”, de Juan Domingo Argüelles. El hombre es poeta, divulgador literario, ensayista y editor. El tomo contiene “500 barbarismos y desbarres que decimos y escribimos en español”.

Pensé haber adquirido una obra de difícil lectura, con muchas reglas gramaticales. Al contrario, disfruté mucho leer el entretenido prólogo y en varias ocasiones me dieron risa los disparates y desbarres pronunciados por distintas personas, incluyendo a un ex presidente de la República (los que pensaron en Vicente Fox acertaron).

Estimados lectores, les recomiendo “El Libro de los Disparates”, es muy ameno y puede servir como obra de consulta. En otra colaboración les compartiré algunos de los comentarios de Juan Domingo Argüelles dedicados a la Real Academia Española.

Hasta el próximo tirahulazo.

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