Martha Chan/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Caminar por el Centro Histórico de Mérida se ha convertido en un riesgo ante las numerosas trampas ocultas o semicultas, ya que al menos existen 20 hoyancos, aceras con una terminación resbalosa, e incluso, “rebotes” de piedras por las fracturas del concreto.

Pero no sólo los peatones corren riesgo por la mala calidad y el descuido en el piso, también los conductores deben sortear obstáculos, en algunos de los cuales se coloca la leyenda “hombres trabajando”; aunque por la tardanza de esos trabajos la gente les agregó “…desde hace meses”.

Como MILENIO NOVEDADES publicó la semana pasada, debido al plan de austeridad, la Comuna ha tapado los hoyancos con señaléticas antiguas, pero algunas de esas láminas ceden al paso de los peatones y las caídas de meridanos y visitantes están a la orden del día.

El principal problema está en las tapas metálicas de las bóvedas que resguardan transformadores. La situación ha empeorado con el paso de los días, debido a las fracturas del concreto con las que fueron aseguradas, al grado de convertirse en proyectiles.

Asimismo, hay más de 20 rejillas desprendidas y diversos huecos en las aceras, verdaderas “trampas” para los peatones y conductores, cuyas reparaciones dependen de la Secretaría de Obras Públicas (SOP) estatal, quien se encargó de la restauración del Centro Histórico.

El 70 por ciento de los trabajos han presentado desperfectos, al grado que el Ayuntamiento se ha negado a recibir las obras, debido a que encontraron casi mil fallas, que poco a poco se han ido corrigiendo, destacando rejillas rotas y desniveladas, pavimento con grietas y baches, guarniciones sueltas y rotas.

También registros sin tapas o desnivelados y ruidosos, rampas lisas, aceras rotas y alzadas, rampas con pendientes altas y lisas.

Comerciantes de la calle 62 entre 63 y 65, de la 65 entre 62 y 64, de la 65 entre 60 y 62, han colocado infinidad de letreros advirtiendo del peligro que representan las tapas endebles de la bóveda de los transformadores para el paso de los vehículos.

El pandeo y el desprendimiento de esas tapas han comenzado a fracturar el concreto con que han sido asegurados, al grado que los pedazos “vuelan” como proyectiles al paso de la gente, denuncian los comerciantes de la calle 62 entre 63 y 65.