El silencio
Adriana Marín Martín: El silencio
Creo que a todos nos hace falta en algún momento una buena dosis de silencio, ese que permite que reconozcas el ritmo de tu respiración. Que llegue acompañado de reflexión, inspiración y paz.
En silencio se pueden descubrir mil locuras, algunas pasiones, sentimientos que tal vez no se pueden describir, pero que logran muchas reacciones.
Pienso que debemos permitirnos tiempo a solas, para callar el ruido físico y mental, ya que solo así podemos escuchar lo que nuestra alma quiere, lo que nuestro ser necesita.
Y por muy loco que parezca, basta con analizar que al silencio se le puede hacer preguntas, las cuales quizá no responda, pero es tan noble que siempre deja a la persona hablar; es tan fiel que nunca se esconde.
La seguridad y la tranquilidad que en el silencio se encuentran no tienen comparación, te puedes confesar, sin temor a ser delatado; tampoco existe el miedo de llorar, porque es seguro que alguna vez, en silencio has llorado.
Es, sin lugar a dudas, un excelente compañero, regala momentos reflexivos, odia el protagonismo, es sincero, callado, sabio para enseñar, es un maestro que no grita, ofrece lecciones llenas de prudencia que te permiten abrazar lo más profundo de tu interior.
El silencio cambia la manera de ver la vida, permite que se escuchen sonidos interiores y voces que hablan al corazón. Provoca sentimientos compasivos, pacíficos y llenos de plenitud. En silencio se aprecia más la naturaleza, se intensifican sus colores y belleza.
Cuando algo preocupa, el silencio es el mejor consejero; cuando algo enoja, él permite pensar con coherencia y cuando algo duele, siempre ofrece consuelo.
Todos debemos procurarnos en algún momento ese silencio, para conocer sus beneficios, comprender sus muchas lecciones. Debemos dar pausa a esa vida agitada y escandalosa que no permite que escuchemos todo lo que nos quiere decir el corazón.