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Son muchas veces las que usamos la frase “algún día”, parece que a las personas nos gusta emplearla como un salvavidas ante las indecisiones, los temores o la desidia. “Algún día aprenderé otro idioma”, “algún día iré a tal lugar”, “algún día lo haré”, “algún día le llamaré”, “algún día lo intentaré”.

Así dejamos correr los días, esperando que “ese momento” llegue, pero no nos damos cuenta de que tal vez estamos de frente a la oportunidad. Vivimos buscando el instante adecuado para hacer lo que tanto deseamos, para expresar aquello que sentimos, para hacer lo que anhelamos yolvidamos que la vida es ahora. No ayer, no mañana, es hoy.

Existimos postergando la felicidad, poniendo en pausa las decisiones, frenamos lo que queremos, dejamos escapar el tiempo como si nos sintiéramos dueños de la eternidad. Permitimos que el pasado nos genere estrés y que el futuro nos provoque ansiedad, mientras rechazamos al presente, cuando en realidad es lo único que tenemos.

Últimamente le he tomado cariño al libro “365 citas contigo”, de la autora Laura Chica. Es un ejemplar de color rosa, diminuto de tamaño, pero poderosamente grande en contenido. En él, Laura ofrece una serie de citas que invitan a la reflexión y seguramente han mejorado la existencia de sus lectores.

Ayer, mientras lo hojeaba para que sus páginas me transmitan su olor, llegué a la cita 137 que dice: “Enamórate cada segundo de tu vida. Aléjate de los después, no caigas en los cuando lo consiga seré feliz, huye del daño de los algún día. Algún día es demasiado tiempo”.

Entonces dejé de lado el aroma a libro que tanto disfruto e intenté recordar qué tan a menudo utilizaba la frase “algún día”, me sorprendió descubrir que lo hago de manera frecuente, pero lo que de plano me sacudió fueron las palabras de Chica: “Algún día es demasiado tiempo”.

Es cierto, hay muchos deseos, experiencias y acciones que seguramente hemos pospuesto, desde hace bastante tiempo, para “otro día”, y hasta hoy no se han realizado. “Ese día” es solo una excusa, un pretexto tonto con el nos engañamos para calmar las ganas de vivir de verdad.

Mientras nos preparamos para enfrentar lo que viene y nos esforzamos para concluir lo que ya fue, descuidamos lo que es, lo que hay, el hoy, el aquí y el ahora, lo único que tenemos en realidad.

Y así, entre los recuerdos y las esperanzas, se van esfumando las oportunidades, dejándonos cada vez más lejos de donde queremos estar. Permitimos que el botón de pausa denominado “algún día” frene cada vez que se le antoje nuestras más intensas emociones, los sueños que hacen palpitar fuerte el corazón, las ilusiones que son combustible para la felicidad.

Más vale darnos permiso, lo más pronto posible, de vivir en serio, de existir como debe ser y que recordemos que la vida es ahora, que el presente lleva ese nombre porque es un regalo que se nos da. Hagamos de él un gran acontecimiento, ya que como dice Laura: “Algún día es demasiado tiempo”.

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