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La autoestima es un tema tan popular que muchas personas han considerado que debería incluirse como materia en los programas académicos. Aunque suene exagerado, basta con analizar por unos minutos la palabra para comprender su importancia, se trata del aprecio o la consideración que uno tiene de sí mismo.

Muchos terapeutas aseguran que para comprender el nivel de autoestima de cualquier persona es fundamental conocer su pasado, es preciso dar un viaje profundo en su interior. Dicen que todo ser humano llega al mundo como un ser perfecto, con un enorme potencial, pero que a raíz de las experiencias, vivencias y acontecimientos que le rodean va perdiendo la seguridad y el amor por sí mismo.

Esto toma verdadera relevancia cuando se comprende que todas las etapas de la vida tienen como cimiento la fase anterior, es decir, todo aquello que no se superó con anterioridad causa inestabilidad en el terreno de nuestras emociones, provocando con ello que el porvenir se vea como un camino pedregoso, lleno de oscuridad y peligro.

Entonces la persona se descubre caminando por la vida con vacilación, sin una meta en concreto, mirando para todos lados, y llevando en la mano una brújula que se descompuso hace mucho tiempo. ¿Quién puede ayudar a repararla?, ¿dónde se encuentra el mapa que muestra el camino hacia la felicidad?, ¿hay algún instructivo del cual nadie habló?

Por eso es importante la autoestima, porque va de la mano con las decisiones que tomamos, con los caminos que elegimos, con la gente que amamos y el modo en que vivimos. Porque es fácil poner una alfombra encima de la gravilla y aparentar que todo está bien. Pero al final el sendero no se sentirá estable.

Si es verdad que se llega al mundo en óptimo estado emocional y son los factores externos los que van dañando el amor propio y la seguridad, tal vez la edad adulta es el momento ideal para sanar a ese niño que se encuentra en las fases anteriores de la vida, tomarlo de mano y comprender sus carencias, acariciar su alma y recordarle que posee un gran valor.

Suena confuso, porque existen millones de artículos y publicaciones que exponen la importancia de la autoestima e invitan a la gente a amarse a sí mismos, pero siempre queda la interrogante ¿cómo empiezo?, ¿de qué manera lo voy a lograr?

Encontré un dato muy valioso, desde mi punto de vista, en el libro “Autoestima automática”, de la psicóloga Silvia Congost, ella dice que para trabajar la autoestima con sus pacientes halló inspiración en Nathaniel Branden, psicoterapeuta canadiense considerado el padre de la autoestima.

Branden explica que ésta surge a partir de: sentirse capaz y sentirse valioso. Creo que esos dos pilares son idóneos para emprender la vía del aprecio y la consideración hacia uno mismo.

Mi consejo es dejar de lado la brújula descompuesta que por algún motivo se tenga en la mano, y tomar las opciones que Branden propone. Y tú ¿te sientes capaz?, ¿te sientes valioso? 

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