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Esta semana quisiera darme la oportunidad de expresar lo que siento, quiero dejar descansar un poco a mis libros, para compartir contigo algo que me está dando vueltas en la mente y en el corazón.

¿Alguna vez te has preguntado si vives en armonía con el presente? A veces acostumbramos transitar nuestra existencia arrastrando un ancla estacionada en el pasado, es seguro que llegará el momento en el que el peso de ésta nos jale hacia atrás, sin permitirnos avanzar.

También pasa que no permanecemos atentos a lo que sucede por andar preocupados por lo que vendrá, entonces, la ansiedad hace de las suyas y nos empuja a un remolino que nos somete al estrés y la desesperación. Logrando que el bienestar y el equilibrio pendan de un hilo que se romperá a la menor provocación.

Y así caminamos por el mundo con la firme intención de ser felices y sentirnos realizados, cuando por un lado nos reclama el pasado, y por el otro nos demanda atención el futuro. Mientras tanto el presente transcurre desapercibido, se queda en espera de un poco de atención, nos mira perplejo con un montón de oportunidades en las manos, las cuales, aunque nos pertenecen, no las sabemos valorar.

Lo único que en realidad tenemos es el presente, es lo que existe, lo que hay, lo que sucede aquí y ahora, pero somos un poco malagradecidos y no nos gusta fijarnos de lo que tenemos, preferimos añorar lo que no tuvimos y buscar desesperada mente lo que nos gustaría tener… y el presente, que sí está y que sí existe, siempre se queda en la sala de espera.

Así se nos pasa la vida, anclados al pasado y sometidos con la cabeza baja hacia el futuro, el presente nos llama, nos grita, nos implora atención… algunas veces lo hace reflejando un hermoso tono azul en el cielo, tan brillante que sería imposible que no se pueda notar.

En otras ocasiones se manifiesta con el canto de las aves al amanecer, con el sonido armonioso de las olas del mar, con el viento que rosa de manera delicada tu piel; llega envuelto de alegrías, de sonrisas, de momentos que llenan el alma de felicidad; de palabras que inspiran y de sentimientos que enchinan la piel.

El presente también se disfraza de sabores, de olores, de texturas y melodías que tienen el potencial de abrazar al corazón. Fíjate bien, aunque es escurridizo puedes notarlo en el aroma del café recién hecho, en la mirada de quien amas, en el beso, en las caricias, el presente es experto en llenarte de emoción.

Hoy se te puso de frente, ¿lo pudiste notar?, ¿conviviste con él?, ¿lo disfrutaste?, es tuyo, tómalo, no lo dejes ir, porque mañana ya no será presente, él es quien es solamente hoy.

Búscalo cada vez que puedas, no permitas que pase desapercibido, porque su precio es invaluable, su energía se escapa entre los dedos, nada lo puede reemplazar. Nunca olvides que la magia del presente será vigente solo por hoy.

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