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Educar en la escuela implica desarrollar la capacidad de leer todo tipo de textos en sus diferentes formas comunicativas para analizar críticamente la información. Transmitir información de la manera tradicional ya no es un reto para el docente, pero lo más importante es cómo desarrollar esa capacidad en los jóvenes para saber encontrarla, comprenderla y leerla críticamente, de manera que le auxilie a la hora de tomar decisiones fundamentadas. Cuando los alumnos se enfrentan a un texto pueden tomar distintas posiciones, pero sin duda la más difícil es la crítica, en la que el estudiante debe efectuar un proceso de confrontación entre el texto y lo que sabe para poder entonces construir su propia interpretación y traducirla en aprendizaje.

Con este enfoque, el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (la prueba PISA) que promueve la OCDE, prioriza la competencia de comprensión lectora, definiéndola como “la capacidad de comprender, utilizar y analizar textos escritos para alcanzar los objetivos del lector, desarrollar sus conocimientos y posibilidades y participar en la sociedad”, no se trata solo de comprender el texto, sino de situarlo en su contexto sociocultural y reconocer cómo el autor utiliza el género discursivo y con qué finalidades. Así, la prueba PISA evalúa los conocimientos y las competencias en lectura, matemáticas y ciencias, además de la actitud y la disposición de los estudiantes hacia el aprendizaje.

Tanto maestros como estudiantes creen que leer es ser capaz de decir las palabras correctamente y, por lo tanto, los textos científicos se les presentan a los alumnos como una estrategia para almacenar y transmitir conocimiento. Se les pide que localicen alguna información y la recuerden, y los que son capaces de realizar estas tareas se consideran buenos estudiantes desde un punto de vista tradicional, pero estos mismos alumnos pueden tener dificultades cuando se les pide que analicen, sinteticen, valoren o interpreten un texto. Es decir, cuando han de integrar la información que proporciona el texto con sus propios conocimientos y crear uno de nuevo, una interpretación que vaya más allá del contenido de la lectura en sí, y que tenga en cuenta las intenciones del autor y lo que había previamente en la mente del lector.

La lectura es un proceso constructivo. Leer implica establecer relaciones entre el autor, el texto y el lector del texto. Leer no es conocer las palabras, ni un proceso lineal de acumulación de significados, ni una simple localización y repetición de la información. La lectura depende de los conocimientos previos del lector y requiere contextualizar e inferir las intenciones del autor y la construcción activa de nuevos conocimientos. Es muy importante reconocer qué hay en el texto, qué pretende el autor y qué estaba en la mente del lector antes de leerlo. No todas las interpretaciones del texto son igualmente buenas, aunque normalmente puede haber más de una interpretación válida, todo depende del lector (Continuará).

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