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La implementación de la Nueva Escuela Mexicana en este ciclo escolar se ha llenado de acciones contrastantes, por un lado el discurso de la autoridad educativa se llena de bondades, pero las acciones implementadas desde el escritorio no posibilitan un cambio sustancial en la educación básica. Ya llevamos un buen trecho del curso escolar y todavía no encontramos la vía que se proyectó desde su presentación y todo porque las leyes secundarias siguen en San Lázaro para su análisis, discusión y aprobación.

El nuevo proyecto educativo, al parecer, no trae cosas nuevas, pues solo se enfoca a mejorar el trabajo entre los diferentes niveles educativos pretendiendo resolver los problemas sociales del país. La novedad del sexenio es que no solo se enseñen las asignaturas tradicionales, sino que se eduque en una cultura de paz, activación física, deporte escolar, arte, música y, fundamentalmente, civismo e inclusión.

Si analizamos, no hay cosas nuevas, los maestros lo han hecho desde siempre con otros modelos educativos y, sin embargo, la calidad de la educación no levanta. La educación actual enfrenta nuevos retos y no es posible llevar dos modelos pedagógicos al mismo tiempo pretendiendo la formación integral del alumno.

Cambiar por un tercer proyecto no debe plantearse solo como un plan sexenal, la perspectiva de una educación de calidad y excelencia se establece con la ayuda del maestro considerando las condiciones socioeconómicas de las escuelas.

Existen datos relevantes de la Evaluación de las Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje (ECEA) que realizó el extinto INEE, que considera los diferentes escenarios en los que laboran las escuelas del nivel básico del país.

Para este estudio se consideraron siete condiciones básicas en las que se encuentran la infraestructura para el bienestar y aprendizaje de los estudiantes, el mobiliario y equipo básico para la enseñanza y el aprendizaje, el material de apoyo educativo, el personal que labora en las escuelas, la estrategia de gestión del aprendizaje, las acciones para el funcionamiento escolar, así como la convivencia escolar para el desarrollo personal y social.

De acuerdo con su informe final, los resultados no son satisfactorios, pues la mayoría de las escuelas carecen de varias de las condiciones estudiadas.

De acuerdo con la Unesco, las condiciones de infraestructura en las que se encuentran las escuelas son determinantes para el buen desarrollo de una educación de calidad, ya que afecta de manera considerable al proceso de aprendizaje de los alumnos, concluyendo que solo uno de cada cuatro estudiantes de educación básica asiste a centros escolares con infraestructura escolar suficiente respecto a contar con agua y saneamiento; conexión a servicios; espacios pedagógicos o académicos; áreas de oficinas; espacios de uso múltiple y equipamiento de las aulas (Continuará).

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