Evaluaciones finales (I)
Alejandro Castro Escalante: Evaluaciones finales (I)
Mucha controversia, enojo y malestar causó entre los maestros la esperada disposición de la Secretaría de Educación Pública al anunciar, en el Diario Oficial de la Federación, el Acuerdo número 16/06/21 por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias relativas a la conclusión del ciclo escolar 2020-2021, en beneficio de los educandos de preescolar, primaria y secundaria ante el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2 (Covid-19). A diferencia de años anteriores cuando solo los maestros se encargaban de la evaluación de sus alumnos, esta vez, la indicación oficial recalca en su punto segundo, que en el proceso de la evaluación se debe incluir y garantizar la participación de todos, incluidos los niños, niñas, jóvenes y padres de familia para asentar las calificaciones finales, establecer los procesos de recuperación y regularización, así como para las actividades en lo que resta del ciclo escolar.
Era de esperarse la indignación de los maestros cuando se lee que todos los alumnos de primero y segundo aprobarán el grado aún cuando su comunicación y trabajo a distancia fue nulo, la no reprobación no es algo nuevo y menos en esta pandemia. Las redes sociales pronto fueron inundadas con expresiones como: “así nunca vamos a salir de mediocres”, “simulación”, “autoengaño”, “no se les hace un favor”. Qué esperábamos después del impacto en el estado socioemocional y las restringidas oportunidades para comunicarse en línea de la inmensa mayoría de niñas, niños y jóvenes en nuestro país durante estos 15 meses de cierre de escuelas. Desde que inició el presente ciclo escolar en pleno auge de contagios, la comunicación tomó un papel relevante en el trabajo a distancia de tal manera, que los maestros no sabían quiénes estaban en mejores o peores condiciones para trabajar con el programa “Aprende en Casa”, la falta de apoyos y recursos tecnológicos obligó a la valoración diagnóstica y el plan de atención personalizada de los alumnos, dando prioridad a aquellos con niveles de comunicación y participación intermitente, así como inexistente.
Comunicación y participación “intermitentes”, se refiere a la situación en la cual los docentes no tuvieron interacción continua con un grupo de los alumnos debido a diversas situaciones, desde el duelo y la depresión hasta la sencilla pero brutal barrera económica, en la que la familia no pudo tener voz y datos en sus dispositivos para la continuidad de tareas y actividades de aprendizaje. “Inexistente” es el escenario más doloroso: no se tuvo ningún contacto con los estudiantes en uno, dos o los tres trimestres del ciclo que inició en agosto de 2020. Con el previsto regreso a clases “híbridas” la estrategia de atención de los educandos debe ampliar sus alcances con actividades a distancia, flexibilidad de horarios, tutorías personalizadas y otras que permitan, además de la recuperación de aprendizajes del grado previo, avanzar en los aprendizajes del siguiente grado escolar (continuará).