|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Para TAT

¿Les ha pasado por la mente cuál ha sido el viaje más importante de sus vidas? ¿Ese que lograron después de pensarlo horas, de analizar ventajas y desventajas? ¿O simplemente hacerlo sin saber a dónde llegarían?

Bueno, pues creo que, sin dudarlo mucho, estoy encima de un barco que muy pocas veces imaginé, me encuentro surcando un mar que conocía, pero sus aguas son algo diferentes.

Tengo que reconocer que estar aquí me costó mucho, pero ahora, ya por estos rumbos, me siento feliz, y podría decir que aún no sé cuál es el destino final de esta aventura.

Quisiera compartirles cómo se inició todo, y fue más o menos hace dos meses, cuando el capitán de un barco amigo me invitó a navegar en aguas que, según él, yo conocía muy bien; dijo que seguramente estaría yo dispuesto a vivir esa nueva experiencia y que la disfrutaría.

Cuando me lo comentó, reí nervioso, venía manejando y, por cierto, casi le piso de más al acelerador por tan sabrosa oferta.

Para lograrlo necesitaba algunos documentos que se necesitan para poder salir de mi lugar de origen. Pasaron los días y aún no le daba respuesta, ya que quería conocer un poco más de la isla a la cual llegaría, necesitaba empaparme de su cultura, su ideología, saber si en la cercanía existen tiburones que puedan hacerme daño o piratas con patas de palo que solo quieren robar oro ajeno.

Yo quería saberlo todo, cómo piensan, qué comen, si en sus playas hay arenas blancas, o solo piedras que te lastiman el caminar, por eso me aguanté.

Así pasaron los días sin dormir. Siempre he dicho que las oportunidades son como los vagones de un tren, si no te subes, alguien más lo hará. Entonces dije: va, sí me atrevo.

El viaje debe durar más que en cualquier crucero, más que un recorrido por el lago de Chapala, que es el más extenso de México; sin importar eso aquí sigo.

A lo lejos, dirían los libros de cuentos, hay tierra a la vista, veo gente que me saluda, aunque no sé si es a mí o a las personas que están a mi alrededor; a pesar de ello sonrío y les extiendo la mano para que me vean y sepan que estoy por llegar.

Tengo que confesar que tenía un poco de miedo, sin embargo aquí en donde estoy me topé con un viejo amigo que se encuentra en la misma dirección, va camino a la misma isla, quiere al igual que yo sentir esos aires diferentes, pero no tan ricos como los del Mayab; él me dijo que no debo preocuparme de nada, todo estará bien, la gente que vive en la isla es buena, cariñosa y dispuesta a trabajar en equipo; dicen que se encuentran a la expectativa y que solo quieren lo mejor para su pueblo.

Le dije que yo también quiero aprender de ellos. Me obligo a terminar estas líneas, pues he llegado, el muelle está cerca, los marineros han comenzado a tirar los cabos, estoy por bajar, extrañaré a los míos, pero valdrá la pena.

Lo más leído

skeleton





skeleton