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Hoy les quiero compartir la labor de una persona que es digna de reconocer, por la sensibilidad y esmero por ayudar y dar una segunda oportunidad a quienes sus mejores años ya pasaron. Su nombre es Abigail Interián, es psicóloga y maestra de danza terapia, un procedimiento que aplica con adultos mayores para que recuperen vitalidad y movilidad; este ejercicio lo realiza una vez a la semana en una estancia para abuelitos en donde por varias horas, a través de juegos y música relajante, los ancianos recuperan lo que el tiempo les ha arrebatado poco a poco.

Algo que llamó mi atención es que ninguno de los integrantes del grupo participa por obligación, todos lo hacen por convicción y con una sonrisa en el rostro acatan cada una de las indicaciones de su maestra que pacientemente atiende el llamado de sus pupilos, todo para que sigan activos, uniendo lazos de amistad con nuevas personas y haciendo cosas que en su vida pensaron hacer.

Platicando con ella, me comentó que este procedimiento ya se está aplicando en varias partes del mundo y en algunos estados de México con importantes resultados; aquí en Yucatán es la primera ocasión que se realiza algo similar. Mientras platicábamos nos acercamos a una mujer de cabello blanco y grandes lentes que se incorporó para platicar de su experiencia; su nombre es Teresa Cámara y contó que gracias a esta terapia pudo cumplir su sueño de bailar en público, ya que desde pequeña tenía el gusto por esta expresión artística, solo que por pena no había podido desarrollarse, pero contar con esta oportunidad le devolvió la alegría, algo que se nota porque al poner la música sus manos, cabeza y piernas parecían tener vida propia al moverse al paso de la melodía. Como ésta, me compartió otra anécdota sobre una mujer que durante las clases no se movía, pero al experimentar este innovador tratamiento comenzó a hacerlo.

Al principio, me confesó Abigail que el proceso no fue nada fácil, ya que se enfrentó con la negativa de los pacientes que al platicarles de esta innovación le respondían que no se puede por el dolor de las piernas o no se podían levantar de la silla, pero sin caer en la desesperación ella les invitó a seguir la música con un dedo, las manos y luego con la cabeza hasta lograr que al final muevan el cuerpo por completo. Sin emitir palabra alguna expresan sus sentimientos a través de los movimientos, y con cada pieza musical les regresa la vitalidad, regalándoles así un motivo más para levantarse todas las mañanas.

Pero esto que les he platicado es solamente el resultado de horas de paciencia, el cariño a los pacientes y amor al trabajo, mismo que ha podido cambiar la forma de pensar de un particular grupo de adultos mayores y sobre todo les regresó las ganas de seguir bailando y disfrutando de todo lo que los rodea con la música.

Todo esto me hace pensar en algo, a ti cómo te gustaría pasar los últimos años de tu vida: feliz, en movimiento y disfrutando de las pequeñas grandes cosas o sufriendo por el paso de los años? Te lo dejo de tarea.

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