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Los pretextos están en la mente, eso me quedó muy claro la semana pasada, cuando conocí a una joven estudiante de educación especial que a pesar de ir contracorriente tiene muy definido su objetivo: ayudar a quienes viven en la misma condición que ella. Su nombre es Dariana Ku, cursa el segundo semestre de la licenciatura y, en una plática previa a un enlace de televisión, me confesó que el camino no ha sido nada fácil, ya que desde que nació ha enfrentado el mundo a oscuras, al ser diagnosticada con una discapacidad visual severa, por lo cual utiliza lentes negros y un bastón plegable que le acompañan a todos lados.

En medio de sus palabras logré notar, entre un poco de pena, mucho coraje por ser mejor de lo que su condición le sugiere, y es que en este andar nunca ha estado sola, ya que parte importante para que ella esté logrando su propósito es su familia, que le ha seguido el paso a todas partes.

Ellos son de Chicxulub Pueblo, en donde cursó la educación básica, pero ella quería más, quería poner su granito de arena y dejar huella en más personas; por eso llegó a Mérida para cumplir ese anhelo y hasta el momento lo está haciendo con creces: es la estudiante más destacada de su clase, con el mejor promedio y buen índice de aprovechamiento. Esta entrega y esfuerzo la han convertido en un ejemplo y más por el área en donde se quiere desempeñar.

Hoy en día, además de estudiar y prepararse, comparte su testimonio de vida en conferencias, en donde además de platicar de estos asuntos hace un llamado de atención a las autoridades para mejorar las condiciones de las calles, aceras y caminos, pero también a la sociedad, para tener una convivencia más inclusiva, que permita a quienes viven con algún tipo de discapacidad encontrar una aliada en cualquier persona.

Sin duda ella se suma a la lista de personas cuyo valor y ganas de superarse han ido más allá de los pronósticos, comparte una posición privilegiada con quienes se han dado cuenta de que la discapacidad no te limita, la mente sí, y que cuando aprenden a vivir con ello no queda más que avanzar porque el mundo no se detiene, ni siquiera para lamentarse. Le agregaría que este pensamiento no debe ser exclusivo de quien esté en esta condición, sino también de los padres, quienes muchas veces se bloquean e intentan proteger a sus hijos y crearles un escudo impenetrable, sin entender las consecuencias de no dejarlos en libertad y que exploren, que caigan y que se levanten.

En este punto es importante recordar que la vida es un cúmulo de experiencias y si las sabemos manejar ya estamos del otro lado. Desde aquí le digo a Dariana que no se detenga y que eso que persigue sí es posible, pero tiene que prepararse para que lo que sueña se traduzca en realidad.

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