|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hay ocasiones en que nuestros problemas nos superan, a veces no son problemas enormes, sino pequeñas dificultades que vamos guardando en nuestro subconsciente y van creciendo y haciéndose dueñas de nuestro pensamiento. No se nos ocurre cómo solucionar esos problemas, o a veces creemos que no tenemos la capacidad, los recursos o la fuerza para enfrentarlos, así que los vamos haciendo a un lado, con la esperanza de que mágicamente se resuelvan durante la noche o con algún suceso inesperado como ganarnos la lotería, o tal vez alguna persona se dé cuenta de que lo estamos enfrentando y lo resuelva por nosotros.

Pero esto casi nunca sucede, así que las contrariedades siguen creciendo, al menos en nuestra mente, y se van convirtiendo en bloqueos que van entorpeciendo nuestra vida, y llegan a un punto que ya no podemos recordar cómo comenzó el problema y nos vamos inmovilizando, vamos permitiendo que la angustia se apodere de nosotros y nos congelamos emocionalmente.

Puede ser con nuestra pareja que haya sucedido algo que no nos gusta, pero el miedo a quedarnos solos o a no ser aceptados nos impide hablarlo, y después de algunos días nos vamos sintiendo como arrojados a un desierto afectivo en el que sentimos que estamos solos, que nadie nos comprende y que ya no podemos explicarlo ni podemos salir de él.

Los problemas van creciendo y son tan grandes que ya no podemos verlos en su totalidad porque nosotros estamos en el centro, ya no podemos hacernos a un lado y verlos objetivamente, desde el exterior, y entonces no podemos tomar ninguna decisión, nos inmovilizamos y a veces pasan años viviendo de esta manera, tal vez en un trabajo que no nos llena, tal vez con una relación tóxica, tal vez con una responsabilidad familiar que ya no estamos dispuestos a asumir, o tal vez sin atrevernos a hacer lo que realmente amamos.

Nos da mucho miedo ser juzgados duramente por los demás y dejamos que pasen los días, albergando tristeza y soledad en nuestro interior, pero sin atrevernos a hacer ningún movimiento, estamos paralizados.

Pero como salir de esta espiral de soledad y depresión se nos antoja casi imposible., estos asuntos emocionales nos bloquean y entorpecen nuestra imaginación y nuestra creatividad. Para poder salir necesitamos ponernos en un punto de mayor perspectiva, tratar de localizar el origen de nuestro desconcierto, ubicar el problema desde que empezó para poder observarlo desde una nueva perspectiva. Seguramente nuestras circunstancias han cambiado y hoy tenemos herramientas diferentes para tomar diferentes decisiones. Comprender cómo es que contribuimos al crecimiento del problema y a nuestro propio bloqueo, para cambiar lo que hemos hecho para que siga creciendo.

Dice la psicóloga Laura Gutman en uno de sus artículos, que imagines que estás observando tu vida desde un dron, desde el cielo, desde afuera de ti mismo y de tu propia vida. Y así, al alejarte de tus problemas, te darás cuenta de que hay vida mas allá de ti mismo, te darás cuenta de que hay realidades más complejas que la tuya y que siempre hay algo que puedes hacer para ayudar a los demás.

Y así, a través de ayudar al prójimo irás fortaleciendo tu voluntad, aprendiendo el uso de nuevas herramientas aprenderás a través de tus semejantes a ver tus problemas en la correcta perspectiva, y al ayudar a otro comprenderás la importancia de permitir también que otros te ayuden. Otros que ven tu problema desde afuera, sin sentimientos, sin bloqueos, y que pueden aconsejarte. El ayudar a otros te pone en movimiento, desestanca tus emociones, te fortalece.

Ya le diste el control de tu vida por mucho tiempo a algo que te sucedió en el pasado. Hoy puedes comenzar a cambiar tu futuro. No esperes más.

Lo más leído

skeleton





skeleton