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Desaparecimos por un día. En realidad no pudimos desaparecer todas, unas porque no estaban de acuerdo, otras porque sus trabajos no se los permitían, otras porque ni siquiera lo supieron. Pero muchas no salimos, no compramos, no trabajamos. La ausencia se sintió en la economía, se sintió en los espacios laborales, se sintió en el transporte.

Esta ausencia no representa en realidad el dolor de la pérdida de las mujeres que se han ido, víctimas de la violencia. Ausencias que duelen, de mujeres, de niños, de hombres que mueren diariamente, víctimas de la violencia cruda que hay en nuestro país. Feminicidios que se realizan todos los días, mujeres que mueren por ser eso, mujeres. Niños y niñas que mueren y son apartados de sus padres para ser comercializados como cuerpos, como objeto.

La manifestación del lunes fue un éxito en varios sentidos. Se vio la organización de todo un grupo de mujeres que ante la inseguridad y la violencia que viven muchas día a día, decidimos unirnos y decir ya basta. Decidimos decir con nuestro silencio que esperamos mejores políticas públicas, mejor sistema de justicia, policías más sensibles y dispuestos a investigar. Gritamos sin palabras a quienes ejercen la violencia que ya no la queremos, que parecemos débiles por separado, pero juntas somos fuertes y que queremos un cambio real a partir de ya.

Otra reflexión que también surge de habernos aislado un día, es la necesidad que tenemos de nuestro entorno, de mujeres y hombres buenos que se interrelacionan y conviven de la manera adecuada. Esta no es una lucha de hombres contra mujeres, es una lucha por la equidad, por la seguridad, por los valores. Es una lucha por recuperar los espacios para convivir en sociedad, sin miedo.

Es una lucha contra la violencia, contra el abuso del más fuerte hacia el más débil, Es una lucha que no termina en un día. A partir de hoy usemos nuestra voz para decir lo que no nos gusta, para exigir justicia, para hacernos notar y respetar.

Un día estuvimos en silencio y este silencio dijo muchas cosas. Este silencio habló de nuestra importancia, del papel preponderante que tienen hoy muchas mujeres en diferentes sectores productivos, en la comunidad, en la familia.

Somos una parte importante de la sociedad y como tal debemos ser tratadas, así como los hombres deben de ser tratados con respeto por el papel que desempeñan. Ninguno es más importante que el otro, y sin embargo son complementarios.

Reflexionemos sobre el ejercicio del día nueve, y saquemos de él todo lo positivo y toda reflexión posible. Los números comenzaran a salir, se dirá cuál fue el impacto en la economía, qué porcentaje de transacciones bancarias no se realizaron. Pero la máxima reflexión es entender el dolor que acompaña a cada desaparición que sucede en nuestro país, a cada muerte, la ausencia de cada ser humano que pierde la vida ante la violencia, el dolor de familias enteras, de comunidades, el miedo con el que viven miles de personas, y hagamos nuestra parte. No giremos nuestra cabeza y miremos hacia otro lado cuando veamos que hay un acto de violencia o de abuso. Enseñemos a nuestros niños desde pequeños el respeto profundo por los demás seres humanos. Hablemos de valores, de amor, de convivencia.

Enseñemos que el éxito no es solo económico y que para lograrlo no es necesario ir pisando a todos los que se atraviesan en el camino. Que el día 9 de marzo marque un nuevo comienzo, de una nueva conciencia, una nuevo respeto, una nueva relación entre mujeres y hombres, viviendo en armonía.

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