La tradición oral de Yucatán está presente en todos los paisajes del estado y suele tener sus más inesperados narradores. Con este antecedente se presenta un interesante relato que halló José Luis López Quintal, experimentado reportero de un periódico local.

Dice que entrando al puerto de Sisal, en la primera esquina, se ubica una casa de piedra que actualmente está pintada de rojo. En la azotea del predio hay una escultura en piedra de un personaje desconocido. Al mirarlo se ve que carga en el hombro un garrote, en el cuello tiene enroscada una serpiente y su vestimenta luce como la de los antiguos soldados romanos.

López Quintal reportó en su artículo que don Diego Medardo López Maldonado, quien falleció hace unos años, le contó que desde su infancia descubrió que tenía el don de ver a personas de las épocas antiguas de Yucatán, por ejemplo los bucaneros que llegaban de Europa. También tuvo una experiencia sobrenatural cuando escuchó una voz cerca del edificio que fue conocido como la Casa de los Marinos. La voz le dijo que hiciera un hoyo en ese lugar y, al hacerlo, encontró varias monedas de oro.

La casona mencionada. (Google Maps)

Diego se fue a Estados Unidos y al regresar a México se le agravó el asma, por lo que su médico le aconsejó que buscara un lugar con un clima benigno para vivir; fue entonces que regresó a Sisal. Por las noches, Diego iba a la playa en busca de aire fresco y fue entonces que tuvo varias visiones. En una de ellas vio que un soldado de bajo rango en España tuvo amoríos con una reina porque el rey, por hacer viajes de conquista, se ausentaba con frecuencia. Pero a su regreso, el rey se enteró de la situación y planeó matar al soldado y a la reina; ésta, al enterarse por una doncella, le facilitó una embarcación y oro al soldado diciéndole: “Ve a un lugar que distinguirás por su belleza, con agua verde turquesa y palmeras; espérame allí y cuando llegue viviremos felices”.

Temiendo por la vida de ambos, el soldado aceptó la propuesta y se embarcó. Después de muchos días de viaje, vio el lugar que le había descrito la reina y desembarcó justamente en Sisal, donde los nativos lo aceptaron en forma pacífica. Todos los días permanecía muchas horas en la playa esperando a su real amante, que al parecer nunca llegó.

Unas versiones dicen que contrajo fiebre y murió; otras dicen que aceptó el hechizo de una bruja para que lo convirtieran en piedra y así vivir eternamente en espera de la reina. En este puerto, algunas personas aseguran que cuando es de noche y está lloviendo, el hombre de piedra desciende y camina por las calles, posiblemente en busca de su amada.