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Mi tendencia a considerar la política como una actividad racional que debe someterse estrictamente a la aplicación de normas, reglas y fórmulas, me impidió por mucho tiempo valorar la importancia de las visitas presidenciales y no entendía la razón por la que los mandatarios estatales de las diversas regiones del país se disputaban tan grande honor, hasta que comprendí sus implicaciones en cuanto a la derrama de recursos federales que conllevan.

Por ello es conveniente destacar que el Ejecutivo Federal haya elegido a la ciudad de Mérida para anunciar la puesta en marcha de uno de sus programas más importantes, a fin de cumplir con su ofrecimiento de campaña de universalizar el acceso a los servicios de salud, mediante la implementación y puesta en marcha de un sistema de salud pública.

Y que haya elegido a Yucatán para arrancar este programa que consistirá básicamente en la federalización de las instituciones de sanidad que operaban bajo la responsabilidad de los gobiernos estatales; ahora las clínicas y hospitales que dan servicio a la población abierta, incluyendo al Seguro Popular, estarán a cargo del gobierno federal, con un presupuesto adicional de 22 mil 500 millones de pesos para esta primera etapa.

Las ambiciosas metas consisten en que a nadie le sea negada la atención médica y que se le proporcione a los pacientes medicina gratuita.

Quedó de esta manera abrogado el Seguro Popular que funcionó con serias deficiencias, pero a cambio se pretende ampliar el servicio para atender todas las enfermedades y liquidar el cuadro básico de medicamentos.

La federalización, que no centralización, se justifica por la necesidad de racionalizar el gasto público para la adquisición de medicinas, así como para facilitar la supervisión de las erogaciones.
Arranca el tren.-

El Tren Maya, obra emblemática de la administración actual, arrancó oficialmente el día de ayer con la realización de ceremonias de un sincretismo particular que surge de la mixtura de las creencias místicas autóctonas y cristianas, que en este caso simbolizan la buena voluntad de Andrés Manuel López Obrador de llevarlo a cabo. Y aunque no soy muy afecto al pensamiento mágico, puedo pensar que es mejor tomar todas las precauciones para evitar que le hagan “tomoj chi” a esta obra.

El Circuito Maya, ya hablando en serio, representa no solo la actualización de las vías férreas del sur-sureste para equipararlas a las del centro y norte del país, sino también por su potencialidad para constituirse en el detonante del desarrollo para esta zona de México, por las repercusiones que tendrá en materia turística, de transporte de pasajeros y de carga.

Bueno que se haya comenzado en los tramos donde ya existen vías de ferrocarril: Palenque-Campeche-Mérida-Valladolid, lo que dará tiempo para seguir las indicaciones de los ecologistas en el otro tramo.

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