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No he sido testigo de mayores turbulencias que las de este diciembre, ocasionadas por el presupuesto de egresos, confeccionado por la nueva administración y que, por consigna, no aceptó alguna de las modificaciones propuestas por los partidos de oposición en las cámaras legislativas, lo que ocasionó que, al ver bloqueados por Morena los canales de entendimiento con los diputados y senadores de otros partidos, las organizaciones sociales, entre las que destacan las de los productores agropecuarios, demostraran de manera estridente su desacuerdo por el recorte o desaparición de los apoyos gubernamentales a través de diferentes programas.

Justificados por la necesidad de destinar recursos para cumplir sus ofertas de campaña, donde duplicar y universalizar los subsidios directos a los mayores de 68 años, 65 años si son indígenas, y becas para el primer empleo para los que no estudian, cuya implementación parece incierta, se llevan la mayor parte.

Pero no solo se manifestaron los productores agropecuarios, lo hicieron los gobernadores y los presidentes municipales, así como las organizaciones no gubernamentales para la defensa de diferentes causas, como el medio ambiente, la protección a las mujeres, contra las diferentes manifestaciones de la violencia.

A las que finalmente se sumaron las instituciones que le surtieron buena cantidad de votos al nuevo gobierno como las universidades y tecnológicos capitalinos y la comunidad cultural y artística.

Como habíamos advertido aquí, el presupuesto es el que define el grado de maniobra de un gobierno y, ahora se podrán dar cuenta, el que lo obliga a establecer prioridades y el calendario para cumplir con sus objetivos.

Los ilusorios datos asignados a la corrupción no pueden alegremente sumarse a la recaudación porque el beneficio de su combate será distribuido entre los empresarios, los causantes y gobierno.

Y aunque se han realizado algunas rectificaciones, aumentando el presupuesto, con el argumento de mejorar la recaudación fiscal, persiguiendo la evasión y elusión de impuestos, parece difícil que puedan llevarla a cabo en este año debido al severo recorte de personal del SAT, que ha convertido a la Cuarta Transformación en un modernísimo e implacable Sr. Scrooge que los condena a pasar una amarga Navidad.

Ciertamente se han llevado a cabo algunas rectificaciones. Sin embargo, se sigue esperando la más importante: sobre la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco, que impactó negativamente el presupuesto público, al incrementar el servicio de la deuda.

No obstante el anuncio de AMLO en Oaxaca de que: “Tenemos que terminar las obras porque el dinero que se utilizó es dinero del presupuesto y el presupuesto es dinero del pueblo” abre una ventana al optimismo. A no ser…

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