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Aunque el presupuesto para el ejercicio de 2019 fue considerado responsable por las calificadoras internacionales, debido al equilibrio que guardan los proyectos de ingresos y egresos, así como por mantener en términos manejables el nivel de endeudamiento del país, en el año que iniciará la nueva administración federal no parece haber buenas perspectivas económicas; ya se ajustó a la baja el pronóstico de crecimiento del PIB, debido a la incertidumbre sobre el comportamiento del gobierno federal como consecuencia de la cancelación, todavía virtual, del aeropuerto de Texcoco, pero también por las dudas que existen sobre su capacidad de mantener la disciplina presupuestaria.

Ello depende en parte de la confirmación de la perspectiva de que el nuevo gobierno se mantendrá en campaña para ganar las elecciones que se avecinan, de las cuales la más importante sería la del gobernador de Puebla, ocasionada por la ausencia permanente de Marta Érika Alonso.

Los resultados de la última elección de 2018, extraordinaria, para alcalde, en Monterrey, cuando el PRI se alzó con la victoria por el margen de un punto de ventaja sobre el PAN, da cuenta de que, contra los augurios de connotados politólogos, no hay que extrapolar la aplastante votación obtenida por AMLO y que, salvo en el centro, las elecciones en las diversas regiones del país, donde la disputa electoral se ha dado entre los partidos históricos, pueden tener resultados diferentes.

Ya podremos medir en la elección extraordinaria de Puebla, dentro de 3 a 5 meses, por un lado, los efectos de la pérdida del liderazgo panista conformado por Moreno Valle-Alonso, por causas fatales; lo mismo que las repercusiones del discurso atípico de Andrés Manuel sobre la población de ese Estado y por su descalificación de las elecciones anteriores y su renuencia a visitarlo.

De manera un tanto prematura podremos ver también la calificación que le merece el arranque de su gobierno.

En el horizonte económico, al desincentivo para el crecimiento económico local que representa el recorte presupuestal que sufrirán los gobiernos estatales y municipales hay que añadirle los riegos inherentes a la operación presupuestal propiamente dichos, característicos de las administraciones bisoñas y que pueden ocasionar distorsiones a la planta productiva, sea mediante el subejercicio del presupuesto, que puede dar lugar al estancamiento, o a través del sobreejercicio presupuestario, que alienta la inflación y la desconfianza.

De la misma manera, en este primer año de Morena, podremos valorar su capacidad para poder llevar a cabo, sobre la marcha, los ajustes necesarios para transferir fondos de los rubros donde el cálculo resultó excesivo, por sobredimensionar las necesidades de un programa, por ejemplo, a los rubros con asignación inferior a la necesaria.

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