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Políticamente correcta, la decisión de Mauricio Vila de no ceder a las presiones de los concesionarios del transporte público, al negarse a autorizar el incremento de sus tarifas o aumentarles el monto total del subsidio que se les otorga, optando por una modificación en la manera como se distribuye (por usuario más que por unidad), resulta además una medida sensata que supo aprovechar políticamente al aplicar un simbólico descuento de 50 centavos, por viaje, a los usuarios.

Lo que si bien no contribuirá en mayor grado a solucionar el caótico estado de la conectividad en la ciudad capital, por los altos costos de traslado de la gente, habla bien de su gobierno que demuestra así su determinación de establecer controles al ejercicio del gasto y que cuenta con una buena operación política.

Lo que, visto su desempeño en lo que va de su administración, no sorprende a nadie, a pesar de las circunstancias no tan favorables que le tocaron en suerte, como el no contar con mayoría en el Congreso local y sobre todo la astringencia presupuestal impuesta por el gobierno central, al que, no obstante militar en otro partido, ha sabido adaptarse convenientemente, estableciendo una relación personal empática con el presidente de la República.

En lo local, salvo alguno que otro desatino relacionado con la exigencia de su cargo de mantener un comportamiento formal, las prioridades que estableció como ejes centrales y que consisten, por un lado, en mantener el buen nivel de seguridad pública, reforzando incluso la institución estatal de vigilancia, y, por otro, en la promoción de Yucatán para atraer inversiones internacionales y locales, prometen dar buenos frutos.

Incluso puede afirmarse que la politización generada por las acusaciones de su gobierno contra la administración pasada, tal vez con el fin de alinearse a la 4T, que culpa de todo a la corrupción, o quizá para dar cauce a la fogosidad partidista de sus colaboradores radicales, resulta, a mi juicio, bastante mesurada, pues nadie puede negar la conveniencia política de deslindarse o diferenciarse de una administración pasada, así como la ventaja de atemperar las críticas ante un gobierno bien calificado.

En términos generales podemos afirmar que aquí hemos disfrutado de una transición de terciopelo, en cuanto ello es posible.

Incomprensión.- La descalificación que partes interesadas han desatado en los medios electrónicos contra la titular de la Secretaría de Fomento Turístico puede tener su origen en la incomprensión sobre la perspectiva que Michelle Fridman Hirsch tiene de la necesidad de transformar al puerto de Progreso en un destino turístico de primera, tanto para atraer más viajeros como para ampliar sus días de estancia.

Antes de inclinar el pulgar para abajo, veamos la exposición del Plan Integral para Progreso que ha anunciado.

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