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Sin duda, la pandemia deja en ridícula situación a los políticos, en cuanto a los resultados diarios que arroja; los académicos y especialistas en cálculos matemáticos para establecer y aclarar pronósticos tienen números superiores a los calculados por los gobiernos. Las notas oficiales tienden a explicar y ver con optimismo el futuro de la enfermedad: “!Ya la dominamos!” y/o “se aplanó la curva”, yo añadiría como una meseta… en fin.

En el artículo de la semana anterior di números oficiales y varios colegas me comentan que le concedo la razón a AMLO; yo les pregunté: ¿les parece poco el 12% de aumento en los fallecimientos en relación con lo que ocurrió el año pasado y ver que en el futuro pueden representar cerca de seis mil sólo consecuencia de esta hermana letal de la influenza que le llaman los virólogos coronavirus? Como vemos, no es menor, es terrorífico. A lo que me refería y en eso quedará muy empequeñecida la pandemia es a los estragos en nuestra economía. Los números y pronósticos del gobierno van en el mismo tono que el utilizado para la pandemia: ven con optimismo el futuro.

En este tema los especialistas pronostican un derrumbe tal que, en materia de empleo, las cifras rondan los dos millones de desocupados en la pequeña y mediana empresa, de las que depende gran parte de la economía. Se cierran a paso acelerado. En nuestro estado el porcentaje de este tipo de negocios es el mayor. En lo que respecta a la economía informal, el impacto será el doble al competir quienes se quedarán sin empleo con los ya numerosos oferentes por un mercado contraído. Sin duda el asunto resulta para la mayoría de las familias dramático y cruel. Lo que ya enfrentan, la pobreza, es como vivir muriendo; por las medidas restrictivas de la pandemia muchas actividades están prohibidos y otras no tienen las mismas ventas y sí siguen exponiéndose al contagio al salir en busca de sustento.

Los pronósticos de más pobres son alarmantes, se calculan en más de 15 millones los mexicanos que estaban catalogados, por sus ingresos, como no pobres y que ya lo son y los pobres -cerca de la mitad de la población antes de la pandemia- retrocederán pasando de pobres a niveles de pobreza extrema.

Esta tormenta económica y social que estamos viviendo, agravada por los desencuentros del gobierno y la iniciativa privada antes de la pandemia, ha provocado que la caída de nuestros ingresos y el valor de lo que producimos (al estar cerradas las fábricas no esenciales como la maquila y armadoras de partes automotrices, entre muchas otras) pueda llegar a 16%. Nuestra economía regresaría al nivel de 2019 y la recuperación puede llevarnos lo que resta de este sexenio y el próximo. Otra década perdida.

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