El voto de la mujer: travesía legislativa
Cesia S. Rodríguez Medina: El voto de la mujer: travesía legislativa
El año de 1953 fue parteaguas para la lucha por los derechos de la mujer, la reforma al Artículo 34 después de una batalla constante y tenaz para exigir por todos los medios el derecho al voto y la inclusión femenina para cargos de elección popular, permitió que el 3 de julio de 1955, las mujeres ejercieran por primera vez el sufragio universal, en esa ocasión para la elección de diputados federales. Desde luego este derecho fue resultado de un proceso de actividad política que venían ejerciendo diversos grupos de mujeres en distintas partes del país, como aconteció en nuestro Estado con el primer Congreso Feminista de Yucatán (1916), y posteriormente, el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (1935), así como con las Ligas de Orientación Femenina, movimientos que trascendieron para transformar el tradicionalismo que relegaba a la mujer únicamente al cuidado de los hijos y a las faenas del hogar, sin duda, esta resistencia y exigencia promovió la emancipación femenina, paralelamente que se integraba a las instituciones gubernamentales y a la ocupación de cargos públicos.
La incorporación paulatina de la mujer en el espacio político contribuyó a visualizar las necesidades que no se habían integrado en la Constitución Política de 1917, entre las que destacan la igualdad salarial y de las condiciones laborales, establecidas en el Artículo 123, de 1960 y 1962, también en el año 1971, durante la administración de Luis Echeverría se promulgó la Ley General de Reforma Agraria, en la que se reconoció a la mujer campesina la igualdad de derechos con el campesino ejidatario. Asimismo, en 1974 reformó el artículo 4°: “La mujer debe disfrutar de absoluta igualdad con el varón en el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus responsabilidades”. De igual manera en 2019 se modificaron diversos artículos en materia de igualdad y paridad de género, ya que cabe mencionar que los órganos legislativos estaban equiparados en su mayoría por hombres.
En efecto, han sido cambios significativos, pero no bastan, a 66 años del voto femenino, la resistencia de las mujeres permanece, el empoderamiento como herramienta de inclusión de los partidos políticos no es suficiente, las prerrogativas alcanzadas si bien han permitido al sector femenino mayor libertad, éstas aún siguen siendo vulneradas por la violencia de género, económica, social y política. Cabe mencionar que la ley no basta para regular acciones arraigadas que dañan la dignificación de la mujer, pero tampoco es saludable a una República el exceso de leyes, sin embargo, detrás de las transformaciones legales se pueden modificar condiciones que laceran las libertades individuales y colectivas.
No obstante mi generación ha de agradecerle a las mujeres que contribuyeron y a las que hoy luchan por los derechos, la sociedad a través de su estructura política debe sumar una fuerza mayor que defienda la igualdad y la equidad; la democracia se construye sólo después del voto.