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Parece que más de año y medio de pandemia no fue suficiente tiempo para haber planteado organizadamente la estrategia educativa del retorno a las aulas en México. Con premura y sin muchas explicaciones las autoridades federales y estatales establecieron regresar paulatinamente al modelo presencial, en otros países lo han hecho ya, al parecer sin mayores complicaciones, sin embargo, para el país la normalización de contagios por SARS-CoV-2 no turba a las instituciones educativas, a excepción de algunas, que han dispuesto no hacerlo por ahora, hasta que no se planifique procurando el bienestar de la comunidad educativa. 

No obstante, para el gobierno es impostergable el regreso presencial, manifestando como justificante la afectación que ha causado el distanciamiento y el confinamiento en las niñas, niños y jóvenes, a su salud mental y física provocando que sean víctimas de violencia, maltrato y abuso, además de sufrir malnutrición y retraso del crecimiento en la infancia. Por otro lado, se agregan los efectos de estar condicionados demasiado tiempo a los aparatos tecnológicos y la vulnerabilidad a la que pueden estar sujetos por el acceso a contenidos violentos y dañinos incluido el ciberacoso, ya que a pesar de estar en casa y en el entendido de que los padres deben mantener la seguridad de sus hijos, estos quedan expuestos involuntariamente.

No podemos negar estas realidades que son preocupantes y nos apremian atender como sociedad, pero a mi parecer la prontitud también va entrelazada con la urgente necesidad de recuperar el capital económico, que durante la crisis inicial de la pandemia tuvo grandes pérdidas debido a la paralización de la productividad en los sectores económicos, sobre todo afectó al que concentra la mayor cantidad de trabajadores, el comercio, actividad económica centrada en los servicios de venta y distribución de productos de interés y necesidad para las consumidores, entre los cuales algunos se han ido recuperando, empero no es así para aquellos que están directamente relacionados con la movilización escolar. Según la Concanaco, se estima que 30 mil empresas de proveeduría de material escolar de un universo de 200 mil, no vuelvan a abrir, dejando sin empleo a más de 150 mil personas. Por esta razón se espera que con la activación de la dinámica escolar se inicie el periodo de incremento de ventas en útiles y productos escolares, proyectando una derrama económica sustancial para los comerciantes, lo que haría conveniente para ellos no prolongar más el retorno presencial. 

Ambas razones pueden ser válidas como justificante para el regreso a clases, aún así en el engranaje de la estructura social y económica que nos envuelve y obliga a priorizar la ganancia sobre la vida, y donde los individuos siempre serán vulnerados por los intereses privados.

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