Tomar el timón
Cesia Rodríguez Medina: Tomar el timón
En días recientes se llevó a cabo en la ciudad de Roma la cumbre del G20, agrupación integrada por 19 países y la Unión Europea, considerados como los principales líderes del mundo por su preponderante industrialización y su aportación del 85% al PIB mundial. Entre sus principales funciones se destacan los acuerdos en torno a la economía y desarrollo global, en esta ocasión, sus temas clave fueron la recuperación económica para paliar los efectos de la pandemia y la política ambiental, específicamente, la lucha contra la crisis por el cambio climático.
Por este motivo, los representantes políticos han dispuesto en esta reunión tomar acuerdos y acciones ante la situación climática que vivimos, y que como se ha divulgado en informes científicos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el planeta se encuentra en el punto cero, esto quiere decir, que las emisiones de gases de efecto invernadero pasadas y futuras serán irreversibles durante siglos, provocando cambios en los océanos y los mantos de hielo, como también el aumento de las olas de calor, se alargarán las estaciones cálidas y se acortarán las frías, las precipitaciones se alterarán causando mayores y devastadoras inundaciones y, aunque parezca catastrófico, es que realmente lo es.
Antes estas razones, considero importante objetar las decisiones planteadas en la reciente cumbre, ya que lo más destacable fue la decisión unánime de limitar a 5 grados la temperatura, aplicar un impuesto del 15% a industrias multinacionales y proporcionar 100 millones de dólares a los países en vías de desarrollo, para reducir las emisiones de combustibles fósiles y adaptarse a los impactos de la crisis.
En efecto las medidas acordadas parecen insuficientes dadas las condiciones del planeta, como bien lo expresó el secretario general de la ONU, António Guterres: “Doy la bienvenida al compromiso reiterado del G20 para lograr soluciones globales. Me marcho de Roma con mis expectativas incumplidas, pero al menos no han quedado enterradas”. Resulta discutible que las decisiones de esta agrupación no hayan sido hasta ahora eficientes, debido a que no han logrado revertir ni replantearse el origen de la agudización del daño al medio ambiente, y es que resulta irónico que la búsqueda de soluciones se concentre en las naciones con mayor intervención en el deterioro climático.
La persistente industrialización del capitalismo por estos países del G20 motiva a reflexionar si acaso podemos hablar de una economía más “verde”, contradiciendo la lógica de su producción, ya que mantener la temperatura debajo del objetivo no dependerá de emprender acciones individuales, sino de reorientar las formas de vivir y de consumo, de otra manera estaremos destinados a sufrir los efectos de las industrias contaminantes, evitar este colapso requerirá de tomar el timón todos juntos para salvar al planeta.