|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

En 1999 Zygmunt Bauman acuñó el término de modernidad líquida para referirse al estado actual de la sociedad moderna, como una metáfora que indica que la vida que tenemos no tiene ni forma ni rumbo, en donde todo se vuelve volátil para deslizarse sin que podamos asir alguna muestra, esto quiere decir que todo cambia tan rápido que no tenemos oportunidad de reflexionar y quizás este sea su objetivo. La sentencia no significa que sea un tributo que dependa de la voluntad de cada persona, sino a la configuración establecida por los rasgos propios del sistema capitalista en el que nos desenvolvemos, que nos induce a estar en constante aceleración para el consumo y la producción.

A través de esta interpretación, Zygmunt nos alerta sobre la forma en que interfieren las normas sistémicas construidas y la manera en que consiguen modificar diferentes aspectos de nuestra vida, tales como el trabajo, la educación y las relaciones interpersonales, creando la sensación de confusión e inestabilidad sobre el futuro, ya que todo parece estar en estado líquido sin que logremos solidificar la esperanza de algún aspecto de nuestra existencia. De esta forma Bauman describe que “la vida líquida es una vida devoradora. Asigna al mundo y a todos sus fragmentos animados e inanimados el papel de objetos de consumo: es decir, de objetos que pierden su utilidad (y por consiguiente, su lustre, su atracción, su poder seductivo y su valor) en el transcurso mismo del acto de ser usados”. En ese sentido todo parece ser provisional, de modo que los individuos desechan lo que llega a sus manos, así como el agua que se nos escapa entre los dedos.

La regla social nos exige agilidad para incorporarnos al juego, un ejemplo evidente y adaptado a nuestra realidad es el llamado “Buen Fin”, estrategia económica que ordena comprar-consumir desesperadamente, vendiéndonos la idea de que es algo que necesitamos, condición que afecta a la clase social menos favorecida. Esta y otras muestras son la evidencia del ejercicio de manipulación que impera en la sociedad líquida, “la incertidumbre fabricada es el instrumento de dominación primordial”, como menciona el autor. Se fabrica la desesperanza porque genera ganancias.

Finalmente, Zygmunt Bauman nos sugiere que una forma de poder es emanciparnos, tal vez conlleve bastante tiempo, pero es necesario comprender la sociedad en la que vivimos, revelar sus rasgos de forma que podamos buscar nuestra identidad genuina y humana, libre e independiente sin que esto genere egoísmo e individualismo, aprender a vivir sobre las arenas movedizas mientras encontremos nuevas formas de coexistir.

Lo más leído

skeleton





skeleton