“La posesión de Altair 1974”, terror a la mexicana
Los cinéfilos mexicanos son apasionados por los argumentos que tienen relación con lo sobrenatural.
Los filmes de género son, sin lugar a dudas, las historias que más venden en taquilla. Los cinéfilos mexicanos son apasionados por los argumentos que tienen relación con lo sobrenatural, sobre todo cuando el resultado final es tan complejo que deja al espectador lleno de expectativas, como lo hace La posesión de Altair 1974.
El largometraje dirigido por Victor Dryere nos cuenta la historia de Altair (Diana Bovio), una profesora joven y recién casada que vive con su marido Manuel (Rolando Breme) en un paraje, donde todo transcurre sin complicaciones. Una vida de campo, con ritmo tranquilo, hasta que un payasito aparece en su casa y comienzan a sucederle cosas extrañas.
La aparición de ángeles infernales, personajes de otra dimensión o planeta, enturbia la cadenciosa vida de la pareja, que en primer término recurre a un psiquiatra, llevado a ellos por la hermana de Altair, quien decide develar una filmación de su infancia, donde habla de su situación.
La cinta, que además nos cuenta el hecho a partir de la lente de una cámara operada, primero por el esposo y luego por el marido de la protagonista y luego por el amigo (Guillermo Callahan) de este, transcurre en un ambiente de pequeños altibajos emocionales, concentrados en la posible enfermedad mental de Altair, sin embargo, un hecho cambia tanto el argumento como el ritmo de la película, que se muestra vertiginoso por momentos y mantiene al espectador pegado a su butaca.
El filme tiene dos elementos que le imprimen un grado mayor de realismo, el primero, que fue filmada en 8 mm, para quienes son amantes de lo retro y de la textura que una película de este tipo puede ofrecer en pantalla y el segundo, el diseño de audio, que lleva de la mano al espectador, por los años setenta.
Es en conjunto, un metraje digno de análisis y debate, que cumple con la máxima del cine, que es entretener y que, le aseguro, no le dejará salir de la sala indiferente ante un final de impacto, que deja dos lecturas a la interpretación de quienes la vemos: extraterrestres o espíritus malignos.
Al más puro estilo de El proyecto de la Bruja de Blair (1999), por la forma y la fotografía, La posesión de Altair 1974, resulta poco más que recomendable, no solo para los amantes del género de terror, sino para cualquiera que decida asistir al cine en estos días.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentario o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected], o regístrese en el facebook.com/CinematografoCeroCuatro/ para recibir más información del cine nacional e internacional.