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Dicen que caminamos en círculos, que aunque parezca que nos alejamos o nos vamos, siempre regresamos al mismo lugar. Una amiga decía que hay que caminar siempre hacia la misma dirección, siendo ésta el lenguaje que elegimos para la vida.

A mí me eligió el teatro desde temprana edad, y en esos andares tuve experiencias significativas que marcaron mi vida. Cuando tenía catorce años me integré al coro de la escuela secundaria.

Ganamos un premio local y el pase a cantar en una muestra nacional de coros estudiantiles, que se realizaría en el Palacio de Bellas Artes.

No tenía la menor idea de lo que significaba, aun cuando la maestra solía decirnos: “¡Ustedes no saben el honor que significa cantar en Bellas Artes, solo Lola Beltrán ha cantado ahí!”.

Después remataba entre dientes: “Esa que llaman Lola la grande, cuando en realidad debían llamarla Lola la gorda”.

La escuela no tenía recursos para el viaje, necesitábamos dos camiones que nos transportaran de Mérida a la CDMX. Algún buen samaritano se ofreció a pagar el viaje, pero no quiso revelar su nombre.

Salimos en los autobuses, a muchas horas de carretera, éramos adolescentes y el viaje significó una aventura. Llegamos a Bellas Artes, el edificio era hermoso, la duela impecable.

Cantamos “Aires del Mayab” y otra que no recuerdo. Se presentaban otros coros, yo quedé prendada del de Veracruz.

Estar ahí fue una experiencia significativa, marcó un parámetro en mi adolescencia, en mi vida. Años después regresé a Bellas Artes a leer una obra mía.

No me deslumbró tanto como de adolescente, no me significó tanto como la primera vez. Ahora sé que esa primera vez, ese contacto con la música en un lugar tan hermoso, fue un maravilloso golpe del destino para transformar mi vida, por eso pelearé siempre porque los niños y los jóvenes tengan espacios dignos para convivir con el arte y la cultura.

Muy pronto estaré de regreso a Bellas Artes, como parte del espectáculo “Zapata 100” para conmemorar el centenario de la muerte del Caudillo del Sur.

En un gran ensamble que incluye danza, coros, orquesta y teatro, se presentarán fragmentos de mi obra “Las mujeres de Zapata”. Un espectáculo que escribí y dirigí para la Compañía Nacional de Teatro. Con las espléndidas actrices Gabriela Núñez y Azalia Ortiz. Agradezco a Enrique Singer, director general de la compañía, la invitación para crear junto a estas enormes artistas, y principalmente junto a estas amorosas mujeres.

La coreografía y asistencia de dirección estuvo a cargo de Oswaldo Ferrer.

El 23 de noviembre, a las 19:00 horas, estaré de nuevo en Bellas Artes; como cuando adolescente y como adulta cuando fui a leer una obra mía, ahora estaré en calidad de asombro, quizá sentada en una butaca, mirando el tiempo transcurrido cerca del teatro y la maravilla de lo que éste ha puesto en mi vida.

Sí, caminamos en círculos, y muchas veces estamos de vuelta en los lugares que nos han significado. Irse es también una forma de regresar, y yo siempre estaré de vuelta en el teatro.

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