Desarrollo
La ciudad de Mérida y su zona metropolitana están experimentando un fuerte crecimiento y desarrollo
Es indudable, debido a que la ciudad de Mérida y su zona metropolitana están experimentando un fuerte crecimiento y desarrollo, que se refleje en los diferentes proyectos inmobiliarios que hoy están modificando el paisaje urbano en nuestra capital, y en los indicadores de diversas instituciones calificadoras o dedicadas a la estadística.
Ante la cercanía del proceso electoral, tanto el Estado como el municipio se disputan la autoría y responsabilidad de haber generado este crecimiento económico, en el intento de conseguir la preferencia de los electores. De momento, no pretendemos dictaminar, cual árbitro no solicitado, si a uno u otro le asiste la razón. Concedamos que tanto las autoridades municipales como las estatales han tenido sonoros aciertos y que también han dejado a otros sectores al margen de los beneficios que este desarrollo supone.
Mas bien es nuestro deseo reflexionar sobre tres puntos. En primer lugar, dejar establecido que, cuando se habla de logros, es imposible que una persona o inclusive un solo nivel de gobierno pueda adjudicarse todo el mérito; nunca un desarrollo importante en lo económico y en lo social se ha logrado sin la participación de la comunidad, de modo que despierta nuestro optimismo pensar que nuestra sociedad está madurando y es más participativa en asuntos que nos competen.
En segundo, quiero advertir de los peligros de un crecimiento acelerado, pero desarticulado, desordenado y aislado. Un crecimiento inteligente supone la creación de un amplio rango de oportunidades de empleo en diversos sectores y en todos los niveles de especialización; en el aspecto urbano, deben privilegiarse los usos mixtos y crearse vecindarios caminables, con un abanico de oportunidades de acceso a espacios de vivienda de diferentes niveles. Junto con el desarrollo económico, debe fomentarse el crecimiento de la comunidad, con un fuerte sentido de identidad que la haga distintiva y atractiva. Debe procurarse la preservación de los espacios abiertos, la belleza natural y la protección de las áreas que resulten críticas en aspectos medioambientales. La infraestructura urbana y social y las necesidades de transporte público deben ser satisfechas de acuerdo con las proyecciones de crecimiento poblacional, y no como resultado de la reacción que intenta remediar problemas cuando éstos ya han surgido. Las decisiones relacionadas con el desarrollo tienen que tomarse en forma sustentable, predecible, ser justas y con alta relación costo–beneficio, además de hacerlo conjuntamente con la comunidad y todas las partes interesadas.
Y finalmente, con miras al proceso electoral venidero, tenemos que estar atentos a elegir a quien garantice compartir la visión estratégica del futuro que todos deseamos y nos proponemos llevar al cabo en nuestro Estado y su ciudad capital.