Escuchar
Los empresarios de la industria de la construcción hemos estado señalando problemas que nos aquejan y no hemos sido escuchados.
¿Qué cualidad apreciarás más en un aspirante a gobernarnos? Ahora que estamos a un año de elegir nuevamente representantes populares, plazo que parece largo, pero que ha marcado ya el inicio de una carrera en la que nadie quiere quedarse atrás, ¿qué exiges al que se quedará con tu preferencia?
Yo trataré de encontrar a alguien que sepa escuchar, pero no que finja escucharme. Comprendo que me será muy difícil determinar la diferencia, pero vale la pena intentarlo.
El diccionario de la RAE define escuchar como:
“Prestar atención a lo que uno oye. Hacer caso de un consejo o aviso”.
Por tanto, escuchar es una acción que se realiza mediante el ejercicio soberano de la voluntad e implica necesariamente que exista intención por parte del sujeto que escucha; a diferencia de oír, que consiste simplemente en la capacidad física de percibir un sonido o lo que alguien dice, por medio del sentido del oído.
Derivado de los trabajos de investigación del influyente psicólogo estadounidense Carl Ransom Rogers, quien junto con Abraham Maslow fundó el enfoque humanista en psicología, se acuñó el término de “escucha activa” una técnica y estrategia de la comunicación humana. La escucha activa consiste en concentrarse en la persona que habla y ser capaz de ofrecerle respuestas; no solamente escuchar lo que está expresando directamente, sino también tener la capacidad de reconocer los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen en lo que se está diciendo.
Desde hace muchos años los empresarios de la industria de la construcción hemos estado señalando problemas que nos aquejan y no hemos sido escuchados. Algunas autoridades expresan estar abiertas a la crítica “constructiva” (así suelen decir), pero el problema es que ningún señalamiento les parece que tenga esa característica, todo lo interpretan equivocadamente como un ataque a “su impecable y honestísimo desempeño”. Esa actitud ciertamente mantiene abiertos sus oídos, pero cierra la puerta a escuchar de verdad, a practicar esa escucha activa, que debería prevalecer siempre en la comunicación humana y especialmente entre gobernantes y gobernados.
Si tanto quienes aún detentan el poder, como quienes aspiran a alcanzarlo, insisten en esa actitud cerrada a la escucha, si cierran los ojos a la corrupción rampante, si no castigan o por lo menos retiran de la actividad a funcionarios que poseen empresas mediante prestanombres, mientras piensan que entregar un tupper lleno de granos de maíz a quien dice tener el “control del sector”, pero que sólo acostumbra tomar una buena porción para sí mismo y repartir migajas entre allegados, estarán aniquilando un sector importante de la economía y quizá escribiendo su propio epitafio electoral.