Ana Cristina
El poder de la pluma
Imagina que vives en un pueblito de Yucatán. De esos pequeños, humildes, pintorescos, alejados de la ciudad, donde la vida es tranquila. Imagina que tienes una familia, seis hijos y te dedicas a las labores del hogar. Vives con los tuyos en una choza de paja. No les sobra pero tampoco les falta nada. Entre la familia siempre hay esperanza y eso es lo importante.
Imagina también que una de tus hijos se llama Ana Cristina, una pequeña de seis años que sobresale entre los demás por ser cariñosa y muy traviesa. Pronto entrará a la primaria y tendrá que aplicarse con los estudios. Es normal, a esa edad los niños nomás piensan en jugar.
Luego imagina que un día sales de casa y dejas a la niña al cuidado de un familiar. Te ausentas solo un rato, no tardarás y Ana Cristina se queda en buenas manos. Por la tarde llueve, se va la luz y el pueblo queda en silencio. Cae la noche y solamente los árboles vigilan las calles del poblado. Imagina que esa noche callada, a unos metros de tu casa, matan a tu pequeña, abusan de ella y echan el cuerpo a un pozo. Tú sabrás todo esto muchas horas después, cuando con mucho temor descubras que la pequeña está desaparecida.
Ahora el cuerpo de tu hija se encuentra en el fondo de un oscuro pozo, donde el miedo y el dolor que sufrió por un momento poco a poco se ahogaron. Alrededor del brocal quedaron regados los colores, juguetes y frutas de tu pequeña. También quedó tirada la felicidad que un día tuviste, te han matado la vida.
A partir de aquí, ¿qué pensarías?: ¿fue tu culpa por no llevar a Ana Cristina contigo?, ¿pudiste haberla salvado?, ¿para qué sirve la policía? Exigirás justicia por el resto de tus años pero ya nunca volverás a tener paz. Imagina muy bien, porque en nuestra tierra una madre sufre esta situación y debemos estar conscientes de ello.