La policía que no protege
Ante estos miedos, la sociedad ha creado institutos que deberían tomar el rol paternal, en el sentido de brindar protección y el respeto de los derechos.
La infancia se quiebra cuando comienzas a tener ciertos miedos, cuando te das cuenta que fuera de casa existen muchas situaciones que pueden resultar peligrosas para ti y tu familia, tales como la corrupción, la violencia y la inseguridad. Ante estos miedos, la sociedad ha creado institutos que deberían tomar el rol paternal, en el sentido de brindar protección y el respeto de los derechos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando estas instituciones violan la integridad de aquellos a quienes deben de proteger? La confianza y el respeto se pierden y las consecuencias suelen ser sumamente graves: ¿qué pensaría un niño acerca de su padre si éste, en lugar de cuidarlo, lo torturara?
El caso del joven preparatoriano Marco Antonio Sánchez resulta de mucha trascendencia en un año electoral, en el cual las instituciones públicas buscan arrebatar votos. Retomemos: un día como cualquiera sales de la escuela, caminas con tu cuate hacia la casa y en la calle un grafiti te llama la atención. Te detienes, sacas tu teléfono y al momento que vas a tomar una foto un policía te empuja. “¡Qué pedo!”, piensas. Los policías vigilan tus bolsillos y te acusan de haber robado un teléfono. Con sus botas con casquillo golpean tu cráneo mientras te suben a una patrulla. Tus padres no sabrán de ti por cinco días, y cuando por fin apareces no puedes hablar, no puedes recordar y ni siquiera reconoces a mamá. Tu vida ya no será la misma.
El grado de descomposición que padecen las policías mexicanas ha llegado a niveles poco creíbles. Aquí las autoridades judiciales hacen de la víctima un victimario y las instituciones policíacas son ineficaces: extorsionan, torturan, corrompen, golpean, mucho antes que proteger. De ahí que la confianza y el respeto que la sociedad le tiene a los policías sea mínimo a pesar de que todavía existen elementos muy valiosos. El caso de Marco Antonio va más allá de unos policías que hicieron mal su trabajo, tiene que ver con el derecho de sentirnos protegidos, tiene que ver con el derecho de vivir.