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Analizar lo que acontece para comprenderlo es un primer paso del compromiso intelectual, proponiendo otras maneras de entender la realidad y construirla a partir de la raíz nuestra de saberes autóctonos, necesidades y conocimientos histórico-culturales, que reivindiquen la diversidad cultural desde la matriz de los pueblos de Nuestra América, rompiendo con el orden prevaleciente de dominación entre capital-explotación y enajenación-inhumanidad, para dar paso a un orden humano basado en la distribución social y equitativa de la riqueza, el respeto a las diferentes realidades culturales y la eliminación de las diferencias de clase: un mundo sin explotadores ni explotados.

La raíz del pensamiento debe ser la nuestra, la que se ha forjado desde el pasado milenario de los pueblos originales de Nuestra América y nutrido con los deseos de independencia, autodeterminación y autonomía que surgieron a partir de los procesos de emancipación de la dominación colonial e imperialista, nuestro ser latinoamericano enriquecido en su actuar con las aportaciones del pensamiento crítico social como el marxismo, conservando el espíritu fundacional de nuestras naciones, pero erradicando las divisiones impuestas por las fronteras y las nacionalidades particulares, sin que esto signifique el detrimento de las identidades específicas.

La necesidad es virtud cuando favorece al cambio, del flagelo las mujeres y hombres de nuestra historia latinoamericana han hecho el motor de sus anhelos, erradicar aquello que lacera al ser humano exhorta a la palabra a volverse acción, la praxis del saber como fundamento de lo nuevo, el devenir de nuestros pueblos está en la conciencia de sus poblaciones, despertar del largo sueño embrutecedor al que se nos ha sometido es urgente, construir una nueva educación, un nuevo pensamiento que tome lo esencial y haga de lo mejor de nuestro pasado enseñanza y de lo peor aprendizaje, las contradicciones son el atributo dialéctico de lo concreto de nuestros espíritus como de nuestras conciencias, tirar para abajo todo aquello que se ha impuesto para levantar la plenitud del origen y de la actualidad de esa nuestra raíz, el alma de Nuestra América ha de surcar más alto que el águila y las conjeturas del saber neocolonial exportado desde occidente.

En frente se tiene una gran tarea, desarrollar el pensamiento crítico que nos ayude a hacer frente a la creciente miseria en el mundo y en particular en Latinoamérica, con el enorme sufrimiento humano, la acumulación de la riqueza en manos de pocos y la pobreza de muchos, requiere de la vuelta por parte de los intelectuales comprometidos a su carácter dirigente e independiente del poder, además de recuperar el estudio y la actualización del marxismo. Se sabe que la muerte del pensamiento de Carlos Marx ha sido anunciada en muchas ocasiones y en todas ellas ha resucitado. Aceptar el planteamiento “posmoderno” del fin de las utopías y admitir que no existe posibilidad de crear una mejor sociedad -solo una basada en un capitalismo más “humano”- es en definitiva dejar morir a la historia.

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