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En algún momento de su ajetreada vida Frida Kahlo expresó “Yo nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad”. Una frase que en cierto sentido resume su quehacer artístico y el compromiso social que marcó su existencia entre el deseo de transformación y la búsqueda constante de armonía, una dicotomía que hoy pudiéramos interpretar utópica, pero que en más de una ocasión ha sido el común entre artistas e intelectuales cuya obra apreciamos en el presente como un legado invaluable.

Me gusta el sonido que conjuga expresiones tan profundas en la cita referida de la pintora mexicana, ese auto-reconocimiento que la posiciona como creadora y creación al mismo tiempo, y que lejos de caer en lecturas religiosas, nos acerca a la complejidad que vive cada ser humano que se atreve a compartir alguna expresión de sí mismo a través del arte, o incluso, por el hecho sustancial de reconocerse vivo. La intimidad que conlleva el abrirse al mundo para transmitir alguna emoción o pensamiento requiere un esfuerzo supremo que pudiera a simple vista entenderse como algo elemental, mas en lo profundo de cada quien subyace la conjugación de elementos tan disímiles como los miedos y los sueños, pues al fin de cuentas, el arte es eso; expresión de la vida humana.

Es quizás en ese sentido en el que pudiéramos interpretar de igual forma las palabras de Marc Chagall, pintor bielorruso-francés de origen judío, quien tratando de definir su vida y su labor artísticas expresó que “el arte es, sobre todo, un estado del alma”. No hay duda de que ambas posiciones discurren desde puntos distantes, la carga social revolucionaria que guió toda la vida de Frida se contrapone a la parsimonia de Chagall, sin olvidar que el artista judío participó decididamente en la Revolución Rusa de 1917. El arte es eso, la indagación constante de expresiones que nos definan y nos expliquen, es una auto-búsqueda y a la vez una tribuna que nos libera, es el grito más airado y el silencio más afligido, es la cruda realidad y una ventana del alma, es la concatenación de todo aquello que nos hace seres humanos.

En esencia creo que el sentir de la realidad y la inconformidad ante ella, es una de las elementales razones para crear, la sensibilidad que se despierta en nuestro ser cuando percibimos aquello que nos rodea, nos abre caminos por explorar, siendo estos del tipo del que cada uno desee, lo diverso de la existencia puede llevarnos a las expresiones políticas o las más sublimes manifestaciones del deseo y el amor, en todo caso, no hay un solo camino para la creación, aunque sí, de forma particular, me gustan aquellas de se atreven a transgredir lo establecido para imaginar nuevos mundos.

Así como Frida Kahlo y Marc Chagall utilizaron la pintura para explicarse a sí mismos y al mundo que los rodeó, en ese mismo me gusta entender el compromiso de escribir, como la forma de revelar la situación de la existencia y de auto-concebirme frente a ella.

El arte de escribir es, sin temor a duda, un reflejo de la realidad…

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