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“Cambios habrá y no nos harán daño”. Recuerdo esta frase De algún columnista nacional poco después de que se definió la elección presidencial en julio. Parecía muy pronto para los augurios, pero poco a poco se van cumpliendo y, hasta ahora, hemos asimilado esos cambios, sobre todo los actores políticos y la iniciativa privada.

Pero siempre ha sido así en cada inicio de sexenio, muchas expectativas que al paso del tiempo se van desvaneciendo y viene el desencanto. Solo que ahora esos cambios parecen más pronunciados o quizá los advertimos más con las “benditas” (o malditas, según se vea) redes sociales que nos avasallan con la información en tiempo real y las reacciones que muchas veces inciden en nuestra visión y opinión.

Los primeros cambios del nuevo gobierno federal están impactando en varios sectores; de manera negativa en algunos (los despidos sexenales siempre han existido, pero no de la forma que ahora vemos), y aún no percibimos el lado positivo, hasta que se traduzcan en hechos concretos.

La austeridad republicana poco beneficiará a la mayoría si no contribuye a generar fuentes de empleo, pues muchos profesionistas esperan una oportunidad en el campo laboral, y no se diga quienes no ostentan título.

A propósito del tema, una mejor educación en el país difícilmente se concretará en seis años (se requirieron 10 con Adolfo López Mateos), pues cancelar la reforma reciente sin tener una mejor alternativa tendrá sus costos, más cuando de lo que se trató fue de congraciarse con el sindicalismo.

La seguridad social (servicio médico) para todos es otro de los grandes retos que ha asumido la nueva administración; se tendrá que mejorar y recomponer lo que se tiene, pues la medicina institucional requiere de muchos recursos y de personas que conozcan el entramado de instituciones como el Issste y el IMS, a las cuales se les han incrementado sus responsabilidades (cancelar el Seguro Popular no fue lo mejor), pero adolecen de una grave falta de infraestructura, de equipo y de recursos humanos.

La seguridad será el talón de Aquiles del autollamado gobierno de la Cuarta Transformación, pues hasta los correligionarios del presidente López Obrador cuestionan las formas de mantener a los militares en la Guardia Nacional en ciernes, si bien es cierto que deben continuar en esas tareas.

Por cierto, no entendemos la presencia de los titulares de Sedena y Semar en la conferencia mañanera, como si no tuvieran otras prioridades en sus secretarías. En fin, que ni todo lo anterior fue malo, ni lo que viene será bueno, hasta que se demuestre lo contrario.

Desde estos Acaecimientos les deseo un mejor año 2019.

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