Con la proa enfilada a un mejor futuro

Daniel Uicab Alonzo: Con la proa enfilada a un mejor futuro.

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Ajenos al contexto que se vive en las marinas de guerra y mercante del país, los medios de comunicación obviaron el discurso oficial de la coordinadora de Puertos y Marina Mercantes, capitana de altura Ana Laura Gómez Bautista, en la conmemoración de la Nacionalización de la Marina, el pasado miércoles primero de junio.

Ahí, esta primera mujer que figura en el organigrama junto a altos mandos de la Secretaría de Marina, dijo: “Como seguramente recordarán, hace un año estuvimos reunidos en el puerto de Veracruz para celebrar esta conmemoración y, en un emotivo acto ante nuestro Presidente, consolidamos la unión entre los marinos mercantes y los marinos navales con la proa enfilada a un mejor futuro. Después de un año de trabajar hombro con hombro hemos logrado significativos avances. Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer y muchas millas que navegar para consolidar los objetivos que en ese día nos marcamos. No vamos a claudicar, seguiremos todo avante sin perder el rumbo. Y juntos, indudablemente, consolidaremos la transformación de nuestro amado México y de nuestra Marina Mercante”.

De nueva cuenta la marina de guerra acaparó los reflectores –decir primero de junio o Día de la Marina es sinónimo de navales, aunque la celebración es para todo el sector marítimo–, aunque hay que hacer hincapié en que la nacionalización de la marina se vio cristalizada por vez primera en el buque Tabasco el 1 de junio de 1917 al realizar la travesía de Veracruz a Progreso, siendo “tripulado en su totalidad por marinos mercantes mexicanos comandados por el capitán de altura don Rafael Izaguirre Castañares”.

En cuanto a la ceremonia realizada en el Cuartel General de la Armada en la capital del país (sólo una vez con Peña Nieto, que recuerde, se realizó en el feudo de la Mercante), es de destacarse la cada vez mayor presencia de la mujer: en el presídium, como maestras de ceremonias, en las escoltas, contingentes y muchas alumnas de los plantes. Salvo las insignias en las palas, no se notaba la diferencia entre mercantes (civiles) y navales (militares), lo cual apuntala “la consolidación de la unión entre marinos mercantes y navales”, como señaló la capitana Ana Laura.

El almirante secretario, José Rafael Ojeda Durán, dijo que “desde el inicio de este sexenio se apostó por reorganizar, cambiar y mejorar a la Marina Mercante, al entorno marítimo y a los puertos, y esa es definitivamente la ruta a seguir”. Sin duda es plausible la labor de amalgamar estas marinas que hasta hace poco parecían confrontadas por su incorporación a la Semar. Se ha tirado por la borda el infundio de que se quitaban puestos a los mercantes, pues cada profesión tiene definidas sus tareas y ámbitos de competencia. Tampoco fue un “cabo de vida” que la naval le lanzó, porque sigue ahí, navegando con sus escuelas, ahora incorporadas a la Universidad Naval, trazando rumbo en los puertos nacionales y mundiales.

Es un gran regreso de la Mercante, con la proa enfilada a un gran futuro.

Anexo “1”

Una estela luminosa

Hace un año, el traslado oficial de los puertos y las escuelas náuticas de la Marina Mercante a la Semar dejó un mal sabor de boca a los mercantes que lo asumieron como una “militarización”. Ahí en la Escuela Náutica Fernando Siliceo se anunciaron los cambios en lo que hasta entonces era el Fideicomiso Universidad Marítima y Portuaria, manejada con personal náutico y una rectoría universitaria. El compromiso fue acrecentar su patrimonio, reducir las colegiaturas, mayor equipamiento, capacitación de docentes y adecuación de salarios, actualización de estudios y la adquisición de un buque escuela. En tanto, los futuros maquinistas y pilotos de la Mercante realizan sus prácticas a bordo del velero “Cuauhtémoc” de la Armada.

Cabe recordar que el 24 de febrero de 1822se instaló la primera Escuela Náutica Mercante en México en Campeche, puerto que tiene importancia histórica en el contexto de la educación náutica y marina en México, porque ahí tuvo origen, por primera vez, el espíritu para la formación de hombres de mar. Luego fueron estableciéndose: la Escuela Náutica de Campeche, 1822; Escuela Náutica de Mazatlán, 1880; Escuela Naval Militar, 1897; Escuela Náutica de Veracruz en 1919 y finalmente la Escuela Náutica de Tampico en 1945.

Soplan buenos vientos para las marinas mexicanas, que navegaban en paralelo al desarrollo de la nación. Como hemos dicho, sus egresados son damas y caballeros del mar.

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