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Gary Becker, premio Nobel de Economía en 1992, en su ensayo Crimen y castigo, expone que todas las personas eligen las mejores opciones, dentro de su menú de posibilidades -mejores trabajos, mejores precios, mejor calidad de productos y servicios- y reafirma: todas las personas son individuos que actúan racionalmente y buscan maximizar su bienestar.

En el modelo de Becker, una persona comete un delito si la utilidad esperada por él (delincuente) excede a la utilidad que podría obtener al realizar otras actividades según sus capacidades y habilidades. Para el modelo existen dos entes: por un lado, los delincuentes, y, por el otro, la sociedad.

La utilidad esperada por realizar un delito que observan los autores dependerá: de la probabilidad de ser atrapado, de la probabilidad de ser juzgado en caso de ser atrapado, de la dureza del castigo en caso de ser condenado, todo ello contra la ganancia obtenida si no son atrapados, juzgados, ni mucho menos condenados. La utilidad esperada por el criminal en una actividad ilegal va a depender también del ingreso disponible en su área de “especialidad”.Así, cuando el delincuente perciba que determinadas actividades dejan de proporcionarle beneficios adecuados, migrará a otra más “generosa”.

Sin embargo, la persecución, proceso judicial y castigo afectan a los delincuentes y también a toda la sociedad, que debe pagar los gastos destinados a la disuasión o prevención; a la persecución para el caso de que sea atrapado -pago de policías, patrullas, equipo, armas, etc.-; para el caso de ser juzgado -pago de jueces, investigaciones, etc.-; para el caso de ser condenado -pago de construcción de cárceles, guardias, alimentación de los delincuentes, etc.-; recursos todos que de otra manera estarían disponibles para distintos usos.

Si el objetivo de la sociedad fuera la disuasión completa de la delincuencia –supuesto de cero delitos-, la sociedad misma debería gastar recursos en elevar la probabilidad de captura, proceso judicial y castigos, de forma tal que las utilidades de los delincuentes nunca sean superiores a las de las actividades legales. Lo que es imposible y conduce a plantear escenarios de optimización que maximicen los beneficios de la sociedad en su conjunto, bajo el supuesto de que los recursos son escasos.

Entonces la respuesta se plantea con la siguiente solución: es preferible que los delincuentes se dediquen a la venta de drogas y que las afectadas sean las mismas personas que han decidido patrocinar este tipo de delito con su consumo, a que -por la caída de sus beneficios-, los delincuentes migren a otro tipo de actividades delictivas, por ejemplo, el secuestro, lo que sí dañaría de manera más directa a la sociedad.

Una crítica a este enfoque es que se presenta al individuo como un ser tan racional que estaría dispuesto a romper las reglas en la primera oportunidad donde se presenten las probabilidades de obtener ganancias sin ser castigado. De aquí se puede explicar el porqué de la insistencia en la moral en todas las mañaneras.

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