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Habían pasado más de 36 horas en vela sin sentarse o comer, ingreso tras ingreso. Era el interno que seguía las órdenes e intentaba apoyar al residente; éste, en cambio, tenía la responsabilidad del servicio, con sus ojeras desgarradoras típicas de la postguardia, cuando de repente llegó el médico de base, el típico que hace años se graduó y que acude al hospital para señalar los errores de otros y le dijo: ¿Dónde está la nota de ingreso del paciente que acaba de llegar? No la he podido terminar, dijo el aturdido residente. No hay problema, respondió el doctor, te quedas “guardado” el fin de semana para que tengas más tiempo (es decir: se le prohíbe salir del hospital para ir a casa). ¡Doctor!, respondió el residente; es día del padre y mi esposa e hija vendrán desde mi ciudad a visitarme, hace 6 meses que no las veo y este es mi fin de semana de descanso. A lo que el doctor le amenazó: decide, tu familia o tu residencia.

La medicina se ha ido al suelo, cae por culpa de los mismos médicos que aceptamos trabajar en consultorios de 30 pesos porque el hambre así lo pide, ya que es difícil competir con precios tan ridículos; por los que aplastan al de más abajo, por la permisibilidad del gobierno para que se siga atentando contra los derechos humanos y porque la paga es ínfima ante la carga de trabajo, al grado que hay un paro de residentes que buscan que les devuelvan 3,000 pesos que el gobierno les quitó de su beca; aunque parece mínimo lo es todo para ellos. La medicina se hunde porque la población quiere médicos de primer nivel, pero siguen solicitándonos consulta por WhatsApp.

Para ser médico general se requieren más que 7 años de estudio, se necesita paciencia, tolerancia, sacrificio; para ser especialista mucho más y aún así el paciente quiere todo gratis, pide garantías, espera que le cumplas todos los caprichos, pero, si un familiar muere, entonces es culpa del doctor, no se nos permite equivocarnos, pero tampoco se nos prestan las herramientas para evitarlo en nosocomios que se caen a pedazos. Afirmaba AMLO en Ticul: “el Seguro Popular no es seguro ni popular” ¡y mucho menos para los médicos, señor presidente!

La vida, esa magia tan asombrosa es lo más importante que tenemos y solamente son los médicos quienes pueden y saben cómo orientarnos para preservarla ¿Cuánto vale para ti tu vida y la de tu familia? ¿Treinta pesos? ¿Menos que un corte de cabello? Me resulta increíble que la beca de un médico interno de pregrado sea de $1,500 al mes cuando el gobierno ha regalado más a los jóvenes que Ni estudian Ni trabajan. Es cierto que esta es la carrera más bella de todas, también es verdad que no todos los galenos son las mejores personas, pero es realidad que es el gremio más letrado y trabajador.

Le pido a usted, amado lector, a la CNDH, a la Secretaría de Salud y al presidente que volteen la vista hacia los médicos, que recuerden que no hay país primermundista ni sociedad saludable si quienes la promueven se ven pisoteados, cansados, mal pagados y menospreciados. ¡Basta ya de abusos! ¡Tomen y tomemos, cartas en el asunto! Y así México, sin duda, saldrá beneficiado.

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