El que no perdona, es víctima y prisionero de su agresor
Columna de Roberto Díaz y Díaz: El que no perdona, es víctima y prisionero de su agresor
¿Hoy te has preguntado si eres feliz? Tal vez tu respuesta sea en negativo y bien podrías empezar a cuestionarte por qué no disfrutas la vida en plenitud.
La felicidad es una tarea interior, todo el mundo puede ser feliz, lo malo es que condicionamos nuestra felicidad.
Porque está en nuestro corazón, para sacarla sólo hay que cambiar el eje de nuestra vida, y para eso hay que descubrir que lo que nos hace felices no es el dinero, ni la salud, ni la seguridad, sino... ¡el amor!
El camino es sencillo, lo conocemos, pero no lo andamos, es “amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”.
Con eso podremos despertar al amor y vivir una Cuaresma en plenitud. Dios es amor, libertad, luz, él está dentro de nosotros, es la mejor parte de nuestra vida.
Para hacer contacto íntimo con nuestro propio ser debemos desechar temore, limitaciones, envidia, duda, angustia y escasez. Quizá me respondas que no conozco tus problemas de salud y de dinero, pero hay algo cierto: “todos tenemos problemas, los únicos que no los tienen están dos metros bajo tierra.” ¿Cómo vives esta Cuaresma?, ¿con tristeza o con alegría?, ¿con desdicha o con felicidad?
Cuando empecemos a tener consciencia de quiénes somos y por qué actuamos, nos daremos cuenta que es fácil ser feliz y comprenderemos que la verdadera abundancia no es tener mucho dinero, propiedades o fama, sino la ausencia absoluta de temor, envidia, ira, resentimientos y culpa.
Será la certeza absoluta de que todo en nuestra vida está bien y tendremos el éxito asegurado, si logramos entender que todo lo que necesitamos nos llega en el momento que Dios decide que nos hace falta, porque “la vida no nos da siempre lo que queremos, pero sí nos da la mayoría de las veces lo que necesitamos”.
“El hombre se diferencia de los animales por su capacidad de pensar y de discernir. Tal vez no te has dado cuenta que siempre estás pensando, de ahí que todo lo que te sucede se origina a partir de tus pensamientos, que se vuelven sentimientos y estos en emociones.
Por eso debemos cuidar que nuestros pensamientos sean positivos y sanos, para tener sentimientos y emociones limpias; no dañar ni lastimar nuestra mente y nuestro cuerpo, porque el 70 por ciento de las enfermedades nosotros nos las originamos, y el otro 30 por ciento podemos manejarlas con una mentalidad positiva.
Esta Cuaresma sería bueno que te cuestiones: ¿por qué no soy feliz? Pensar, razonar y evaluar nuestra situación existencial: ¿qué le está dando sentido a tu vida?, ¿cómo estás llenado tus vacíos emocionales?
Podemos, si queremos, cambiar nuestros pensamientos y nuestras actitudes, no luchar contra la vida y suavizar nuestra existencia; tratar de no juzgar, ni ser juzgado por nuestros semejantes; escucharlos y esforzarnos a entenderlos; exponer tus puntos de vista, sin alterarte y en tono amable.
A la gente no vas a cambiarla, la tienes que aceptar como es, y tal vez cuando la aceptes, de forma milagrosa va a cambiar. Un buen plan para vivir esta Cuaresma y ser feliz es: “tener pensamientos de amor para mí y para los demás, así como para las situaciones y problemas de la vida”.
Conectemos nuestra mente con Dios y practiquemos el perdón para ser felices y libres. Perdonar es sólo ver el polo positivo de caulquier situación, individuo o acción. El que no perdona es víctima y prisionero de su agresor.
Cuando apartemos de nosotros el malestar, el enojo, el odio, y perdonemos... ¡seremos libres!