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El pleibol se canta y por un segundo todo el estadio queda en un silencio espectral. Por un segundo, el único movimiento que se puede percibir es el de las más de tres mil banderas ondeando para hacer honor a nuestro estado. El silencio se rompe por una avalancha de aplausos y gritos que acompañan a cada jugador hasta tomar su lugar en el campo y desde ese preciso instante nadie vuelve a respirar con tranquilidad hasta que cae el aut 27 y salimos victoriosos.

Si hay algo en común en [prácticamente] todos los yucatecos es el orgullo con el que portan la camiseta de los Leones de Yucatán, el orgullo con el que dicen el nombre del equipo. Más de una vez he visto presumir a alguien por la hazaña del juego del día anterior, ese en el que ganamos con un jonrón en la novena entrada, o los batazos que el “Pepón” es capaz de conectar.

Los yucatecos han hecho suyo el equipo y lo han acompañado de forma incondicional en los últimos años durante cada noche. Los yucatecos se han convertido en los reyes de la selva y de toda la liga y no están dispuestos a dejar de portar ese título.

Los aficionados yucatecos son aquellos que han unido 15 mil voces para dejar claro que “seguimos siendo el rey”. “Somos campeones del sur, lo logramos”, se escuchaba en las butacas del parque Kukulcán hace unos días; después de vencer a los Diablos Rojos del México, se podía ver a un sinfín de aficionados chocando los puños con sus vecinos de asiento, a quienes muchos no habían visto antes, como una forma de celebración por aquello que se había logrado esa noche.

“Somos”, esa palabra que ha logrado que todos se quieran poner la melena para ir cada noche a ocupar un lugar y ver a aquellos nueve hombres vencer al rival que les pongan enfrente. Los aficionados han pasado ahora a ser parte de la manada, ya no son nueve los que juegan en el campo, ahora también lo es cada uno de los miles de aficionados que van noche tras noche a dejar parte de sí en cada celebración y cada batazo, a ondear la bandera nuestra y gritar el nombre del equipo, de nuestro equipo. Ahora, los aficionados defienden al equipo, como debe de ser, como siempre debió de ser.

Hoy hemos alcanzado la anhelada Serie del Rey por segundo año consecutivo, estamos listos para asistir al campo de batalla, para celebrar lo que nos salga bien y sufrir por lo que no.

Las banderas están listas y lo bates también, los uniformes están esperando solamente que sea el día del compromiso. Los rugidos están prestos para sonar en la victoria.

Los aficionados están esperando de forma ansiosa la quinta, están esperando que la copa Zaachila pase, como debe ser, un año más en casa Por eso, es hora de ser campeones, así, en plural.

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