Por Diana Puga Pérez 

A veces me pregunto qué he hecho con estos veinte años de vida, con estos siete mil quinientos sesenta y seis días, para ser exacta. Quisiera responder a la interrogación, pero la verdad es que no lo sé. O tal vez sí.

La vida se me está yendo con una rapidez impresionante. He invertido ciento veinte minutos escribiendo este texto y otros cuantos eligiendo la música que escucharía mientras tanto. He pasado unas horas escorando mis libros y otro tanto pensando en cosas que tal vez no son tan importantes.

Mis días pasan y forman años, años de más que festejo puntualmente cada quince de mayo cuando brindo por un año más de vida. Mis años están pasando, y ahora que lo pienso, he dejado abandonado un tanto de los últimos dieciséis en los bancos escolares, y de los primeros cuatro ni me acuerdo.

¿Entonces realmente he vivido? Y la pregunta regresa a mí. ¿Qué he hecho con los mil quinientos sesenta y seis días que mi corazón lleva latiendo? ¿He hecho mucho? ¿He hecho poco? ¿Y si no hubiese hecho nada? ¿Tendría algo de malo?

Este escrito era muy parecido a muchos que escribo, tenía ese estilo “dulce” que me dicen mis amigos y mi familia, pero hace unos días me dijeron que tal vez debería “intentar” algo nuevo, así que acá estoy, escribiendo sobre cosas un poco más complicadas, más difíciles de definir.

Y es que la vida es el tema más complejo del que quizá podremos hablar. Muchos han (hemos) intentado definirla, pero siendo realistas, ¿cómo podemos definir algo que es mucho más grande que nosotros mismos? Ese es el problema, no se puede, no podemos.

Es decir, puedo hacerles un recuento de lo que la vida es para mí, puedo contarles sobre mis amigos, mi familia, mi primer amor, puedo contarles sobre los viajes o los días que suelo recordar sin motivo alguno, puedo definir eso como vida, o puedo no hacerlo. Porque lo que suelo llamar vida tal vez para ti no lo sea.

Y regresa la pregunta que se ha convertido en la protagonista de este escrito: ¿qué es vida y por qué nos aferramos tanto a ella? ¿He vivido? ¿Has vivido? ¿Y si no lo hemos hecho? Y eso nos evoca cien respuestas y tal vez mil preguntas más. Porque así, dicen, es la vida. Nunca está completa, nunca podremos atraparla y mucho menos retenerla. No sé si he vivido, pero estoy segura de que me daré cuenta con el tiempo.