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Charles Dickens escribió Historia de dos ciudades, en aquel libro encontré una frase que me dejó pensando, decía así: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación (Historia de dos ciudades, Charles Dickens).

Los días han pasado uno tras otro y de muchos no nos hemos dado cuenta, los días han pasado y se han llevado con ellos parte de lo que somos, se han llevado ideas nuestras, planes nuestros, pero, sobre todo, a muchas personas nuestras.

Al leerla no pude evitar pensar en todo lo que hemos estado viviendo y a todo lo que nos hemos enfrentado, porque el reloj ha perdido sentido; de un tiempo para acá he dejado de escuchar el sonido de las manecillas, he dejado de ver el día que marca el calendario, porque si es lunes, jueves o domingo ha dejado de importar, el tiempo ha desaparecido y se ha llevado consigo todo lo que solíamos hacer con él, y planes que hicimos pero nunca vivimos. El tiempo pasó y nos convirtió en algo tan diferente que al mirarnos al espejo casi no nos reconocemos, el cabello más largo, las cejas más pobladas y un par de ideas que se han clavado en nuestro cuerpo.

El reloj ha perdido el sonido de sus manecillas porque ahora el tiempo se mide de formas distintas, unos lo hacen por medio de los capítulos de la serie que están viendo, otros por los libros que están leyendo, unos más por las preguntas que van apareciendo en su mente; el tiempo ahora se mide de formas distintas porque cada quien ha decidido cuál es su manera favorita de hacerlo.

El paso del tiempo se llevó consigo tantas cosas de cada uno de nosotros que estoy segura de que no podemos enumerarlas, se llevó miedos y dudas, pero también se llevó alegrías y planes, pero, a pesar de todo lo que hemos perdido, pudimos aprender a valorar lo que somos y lo que tenemos, hemos ido construyendo memorias dentro de cuatro paredes, hemos escrito, hablado, reído, llorado.

Más de una vez he escuchado decir a alguien que este año el tiempo se ha perdido, y aunque al principio pensé que tenía razón, después me di cuenta que no era así, porque aunque las manecillas del reloj parecen haberse detenido, nosotros no lo hicimos con ellas, hemos luchado, hemos creado y hemos sobrevivido. El mundo se detuvo pero nosotros seguimos porque entendimos que no podíamos permitirnos ser derrotados, entendimos que debemos seguir luchando por salir adelante y darnos una segunda oportunidad para así poder honrar a todos aquellos que hemos perdido en el camino que hasta ahora hemos recorrido-

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