Santa Evita
¡Qué cosas tan mágicas puede hacer el teatro!
El personaje de Eva Perón siempre me ha despertado cierta fascinación. ¿A quién no? Leí algo sobre su vida y sus excesos, el mítico pleito entre ella y Libertad Lamarque, haciendo que ésta última emigrara a México y se convirtiera en una estrella del cine mexicano. Ahora que estoy en Buenos Aires, vuelvo a encontrarme con la figura de Evita, en el Teatro Nacional Cervantes, el único teatro oficial, en un programa doble con las obras de Copi. Este también tiene su historia con la Argentina, autoexiliado y rechazado, provocó un escándalo en el estreno de su obra “Eva Perón”, en la que ella debía ser representada por un hombre. Grandes desplegados se escribieron rechazando su obra, hasta llegó a comparársele con los que escribieron: “Viva el cáncer” cuando Evita moría por esa enfermedad. Ahora, con Alejandro Tantanián como director del Teatro Cervantes, se estrena la obra, respetando la indicación de que Evita debe ser representada por un hombre. De nuevo quejas. La CGT escribió: “Se exhibe esa bajeza en el Teatro Cervantes, una muestra de una imagen irreal creada por el ya muerto Raúl Damonte Botana. Esa Eva de Copi se acerca mucho más a la que describieron quienes escribieron sin vergüenza alguna ‘Viva el cáncer’, como si ese enemigo imbatible pudiese derrotar el legado inacabable de quien dio por los humildes lo más sublime: su vida”.
¡Es increíble lo que sigue generando Copi después de muerto, casi tan grande como lo que provoca Eva Perón en algunos argentinos! El día que vi la obra, mucha gente mayor estaba en la sala, expresaban en voz alta su rechazo, repetían que ya se iban, pero no se fueron, ahí se quedaron hasta el final. En algún momento entra a escena un cuadro con la foto icónica de Eva Perón: radiante, hermosa. El cuadro da tumbos de un lado a otro hasta quedar arrumbado en un rincón. Me inquieté. ¡Cómo dejaban a Evita tirada en un rincón, alguien se va a levantar y se va a quejar! No sucedió, la incomodidad de algunos se siente de nuevo cuando un personaje travestido sale en el entreacto a compartir algunos textos de Copi. Al final, una proyección del rostro de Eva Perón es atravesado por la firma de Copi. Otra vez me impresiona el atrevimiento. El aplauso es largo, la presencia de Eva y Copi flotan en el ambiente.
¡Qué cosas tan mágicas puede hacer el teatro, convocar a los muertos con su irreverencia intacta, es una de ellas!